El "coq au vin", gallo al vino es uno de los grandes platos clásicos de la cocina francesa. Aunque su origen es más bien incierto muchas regiones francesas, fábulas y leyendas se disputan la creación de este sobresaliente estofado.
La leyenda más difundida sobre su origen nos remonta a la conflictiva época de Julio César (100 a. C.- 44 a. C.) y de Asterix y Obelix. Estamos en plena guerra de las Galias. Las tropas del emperador tienen sitiada una tribu y su jefe acaba de mandar un obsequio a Julio. Es un aviso, una muestra de valor, una gallería. Frente a César cacarea un gallo más chulo que un ocho. Pero el emperador esta tranquilo, impasible, y como muestra de gratitud invita al jefe a cenar con el durante la tregua. Para la ocasión ordena cocinar el símbolo francés en una salsa de vino color sangre. El resto es historia. Veni vidi vinci. César conquisto la Galia, todo jugador de trivial lo sabe.
Dijo Bertrand Russell que “Napoleón envidiaba a César, César envidiaba a Alejandro y Alejandro, me atrevería a decir, envidiaba a Hércules, que nunca existió.” Y para que el polémico hombrecillo no se sintiera menos no falto quien quisiera otorgarle al emperador de los franceses el mérito de este plato. Su leyenda relata que Napoleón se encontraba viajando por Francia cuando paro a tomar sustento en una posada. Los posaderos no daban crédido y estaban francamente preocupados por no tener nada que servir que estuviera a la altura de la ocasión Solo contaban con un gallo viejo y algo de vino malo. Por pura desesperación, decidieron bañar el gallo en el vino con cebollas, verduras y hierbas y para regocijo de todos el plato resulto ser un manjar. Hasta el punto de convertirse en uno de los platos insignia de la cocina francesa.
Curiosamente, fue el mismo hombre, Napoleón Bonaparte, quien remplazó el gallo que hasta entonces era símbolo de la nación francesa por otro pájaro mucho más manido en cuestión de banderas: el águila. En su opinión un animal de corral, por muy gallo que sea, no tenía suficiente fuerza como para representar su majestuoso imperio con propiedad.
Leyendas a parte, lo cierto es que la receta más antigua encontrada hasta la fecha tiene al menos 400 años de antigüedad (unos 150 más que Napoleón y una barbaridad de años menos que César). En aquellos tiempos era común que las familias de entornos rurales tuvieran algunos pollos y un gallo en sus casas. El gallo solía conservarse hasta ser demasiado viejo para cumplir con su función, momento en que se sacrificaba y cocinaba. No era el mejor plato del año, solo lo comían los pobres que no tenían otra cosa, porque la carne del animal, era dura y fibrosa y era necesario cocinarlo durante un periodo prolongado para hacer que fuera comestible. Fue así debido al ingenio fruto de la necesidad y de la escasez como muy posiblemente surgió el gallo guisado al vino tinto. Que como tantas otras comidas de pobre, como la pizza y las cocochas, adquiriría fama mucho más tarde.
Alsacia, Auvernia, Borgoña y Champagne también se disputan la paternidad de este plato y cada una de ellas propone un vino típico de la región para hacerlo. Así la receta alsaciana se hace con un traminer o riesling, vinos blancos alsacianos.
Con vino blanco lo hacía también Louise la mujer del inspector Maigret, que era alsaciana de origen y fruto de la pluma de George Simenon. La señora Maigret era toda una cocinillas y su marido el detective mejor alimentado de la historia de las novelas policíacas. La importancia que adquiría la comida de Louise en las tramas de las novelas fue tal que hasta cuenta con su propio libro de recetas, "Las recetas de madame Maigret " (Le cahier de recettes de madame Maigret. Robert J. Courtine). Un libro ya descatalogado, con prólogo del propio Simenón, en el que se recopilan aquellas recetas de las que el escritor de un modo u otro da cuenta en sus novelas. Una de las que no podían faltar en este libro es su famoso pollo al vino:
“–Siempre me he preguntado cómo lo prepara…
Se trataba del pollo al vino servido en la cena, y Madame Pardon prosiguió:
–Tiene un discreto regusto, apenas perceptible, que le da todo su encanto y que no consigo identificar.
–Sin embargo, es bien sencillo… Supongo que usted le añade, en el último momento, una copita de coñac…
–De coñac o de armañac, lo que tengo más a mano…
–Pues yo, aunque tal vez no sea muy ortodoxo, le agrego aguardiente de ciruelas, alsaciano. he aquí todo el secreto…”
M. Ángeles Torres de Secocina.com propietaria de un ejemplar del libro de recetas en cuestión ha tenido la amabilidad de compartir la receta de la señora Maigret con sus puntos y comas. Yo ya la he guardado para la siguiente vez y tu puedes hacerlo
pinchando aquí.
Esta vez sin embargo he seguido la receta que describe Julia Child en su enciclopedico libro "el arte de la cocina francesa" que es sospechosamente parecida, por no decir clavada, a la del
boeuf bourguignon que ya hice en otra ocasión. A esta receta le he hecho unos pequeños cambios -perdoname Julia- combinándola con otra igual de fantástica que vi hacer en youtube a David de Jorge, alias, Robin Food, que de cocinar también sabe un rato largo.
El resultado ha sido exquisito. Estamos hablando de estofar un bicho en vino a fuego lento con hierbas y verduras, no podría ser menos que exquisito (a pesar de que no he utilizado una gallina de corral, que sería lo suyo, y de que he usadoo un vino regular tirando a malo siguiendo la tradición de los humildes). Julia y todo hijo de vecino sabe que lo mejor al elegir el vino sería usar uno lo suficientemente bueno como para querer tomar una copa mientras se hace el pollo. No fue mi caso y aún así salió estupendo. Así que no temas, no tienes nada que perder, saca el puchero y enciende los fuegos porque este pollo es perfecto para el domingo.