Una pareja amiga mía, se ha ido a vivir fuera de casa recientemente. Este fin de semana nos habían invitado a mi pareja y a mi a su nidito de amor. Y yo me comprometí a llevar el postre.
Una cena de parejas, pensé, en casa propia. Horror. Nos estamos haciendo mayores.
Siempre que descubro el inexorable paso del tiempo, y todo lo que arrastra a su paso, me pongo nostálgica y comienzo a desenterrar todos los recuerdos felices, y no tan felices, de la infancia.
En eso estaba, cuando recordé a una de mis amigas de la infancia. Sus padres, una pareja sencilla y alegre famosa en todo el pueblo, tenían, y siguen teniendo, la única tienda de golosinas que hay en mi pueblo. A la calle en la que está, la llaman la calle del dólar o la gran vía, no por su tamaño, ni por su riqueza, sino porque es el centro mismo del pueblo y en gran parte gracias a la tienda de golosinas de mi amiga.
Los fines de semana solíamos pasar tardes enteras sentadas en el banco de piedra que hay en frente de la tienda, comiendo todas las golosinas que podíamos permitirnos. Probábamos todas las novedades, sabíamos todos los trucos. El techo del banco estaba lleno de nuestras estalactitas de tubos de gelatina, sabíamos que la mejor manera de beberse una cantimplora era sorbiendo una pajita de regaliz rojo, las competiciones de pompas de chicle eran una norma y hacer goti goti con un palo de chupa-chups era para nosotras algo extraordinario. Éramos niñas, y qué felices.
Un día, cada una de nosotras se fue por su lado, y ahora el banco lo ocupan otros. Pero aunque ya no estemos juntas, el recuerdo de todos aquellos sabores aún perdura.
Uno de ellos, uno de los más inolvidables, eran los peta zetas o caramelos con chasquidos. Unos dulces, muy de moda hoy en día, que al contacto con la lengua estallan en la boca de tal manera que hasta el de al lado sabe lo que estás comiendo. Es para mi, una sensación fuera de lo común y muy divertida todavía hoy.
Como he dicho me comprometí a llevar el postre y tras pasar un tiempo divagando en las nubes, decidí que la temática del postre no podía ser otra que la infancia. Lo primero que pensé fue en hacer una mousse de petit suisse con peta zetas de chocolate. Pero se me complicaron las cosas y no tuve tiempo suficiente para investigar la receta de mi peregrina imaginación. Así que en el último momento improvisé la mousse de chocolate blanco y también improvisé el resto.
Teniendo en cuenta que en la cena había dos comensales varones, no muy fanáticos del dulce, el éxito fue rotundo. Resultó ser una mousse ligera y no excesivamente dulce, crujiente, cremosa, y explosiva, que despertó la risa en todos nosotros y nos devolvió unos minutos a aquellos días sencillos, en los que soñábamos con ser astronautas y grandes magos, montados en bicis que imaginábamos caballos.
{RECETA DE MOUSSE DE CHOCOLATE BLANCO EXPLOSIVA}
INGREDIENTES
- Una tableta (180gr) de chocolate blanco (Nestle postres en mi caso)*
- 200 ml de nata para montar fría
- Medio paquete de galletas tipo digestive (o similar)*
- Media tableta de chocolate negro (O con leche)
- Peta Zetas (2-3 paquetes)
- Rice Crispies o arroz inflado (para decorar)
PREPARACIÓN
- Para el chocolate explosivo. Troceamos el chocolate negro y lo fundimos al baño María o en el microondas. Si lo hacemos en el microondas lo haremos con mucho cuidado a intervalos cortos (30'' a 60'') porque es muy fácil que se nos queme.
- Lo dejamos enfriar y bañamos los peta zetas en el. Si el chocolate está demasiado caliente, los peta zetas explotarán. El método que me ha dado mejor resultado, es hacer pequeñas gotitas de chocolate sobre papel antihaderente, esparcir los peta zetas sobre cada gotita y después cubrirlas todas con otra fina capa de chocolate. Dejamos que se enfríen y las reservamos en la nevera.
- Para la mousse. Fundimos el chocolate blanco, troceado, al baño maría o en el microondas. Hasta que tenga una consistencia líquida y ligeramente espesa.
- Batimos la nata con ayuda de unas varillas eléctricas. Añadimos la mitad al chocolate fundido lo mezclamos con suavidad hasta incorporarla completamente y añadimos, con cuidado, la nata restante.
- Para la base de galleta. Trituramos las galletas. Añadimos peta zetas (en mi caso un poco más de medio paquete) y mezclamos bien pero con delicadeza.
- Preparamos los vasos o recipientes en los que la vayamos a presentar y cubrimos el fondo con la galleta. Lo aplastamos ligeramente, si hemos añadido los caramelos no presionaremos demasiado porque sino nos explotarán muchos de ellos.
- Vertemos la mousse de chocolate sobre la base de galleta y adornamos con las gotas de chocolate negro explosivas.
- Lo metemos en la nevera unas horas o un día* y cuando esté listo para servir, espolvoreamos unos cuantos granos de arroz inflado en cada vaso. Si lo hacemos con demasiada antelación se ablandarán y perderán su crujido mágico.
NOTAS
*En lugar de hacer la base de galleta también podéis hacerla con bizcochos o lenguas de gato mojadas con licor. (¿Por qué no se me ocurriría antes?)
*En el mercado venden peta zetas cubiertos de chocolate ya hechos, como por ejemplo éstos. Si los tenéis os ahorraréis un trabajo aunque los caseros no son difíciles de elaborar y pueden saliros más económicos.
*Podéis usar el chocolate blanco que más os guste o mezclarlo con el chocolate blanco especial para postres. Quedará bien de todas maneras.
muy buena informacion tambien tengo un blog donde hablo de postres para restaurantes muy buenos para dar una vida nueva a tu local
ResponderEliminar