miércoles, 28 de enero de 2015

Pollo frito trampa o fingers de pollo crujientes al horno






Habremos llegado a marte, pisado la luna, creado el café descafeinado y hasta conseguido descocer (verbo que aprenderán los niños del futuro en las escuelas) un huevo, pero la reacción natural de una persona sensata al escuchar que hay pollo frito para cenar sigue siendo esta:


Hay que ser vegetariano o odiar los carbohidratos, la grasa y la dulce autocompasión que se siente al amar las frituras por encima de los infartos de corazón para que no te guste el pollo frito. Hacerlo en casa es un éxito asegurado y una fiesta, de hecho, las sobras de pollo frito no existen.

Lo malo es que freír no es verbo que a ninguna dieta le guste conjugar y muchos médicos te mandan lavarte la boca después de mencionarlo. No esta de moda y además mi hermana se niega en plancha a comer nada cocinado en un baño de mágico aceite humeante. Por fortuna una tiene sus recursos y lleva tiempo trabajando la receta para el pollo frito al horno definitivo. Crujiente por fuera y tierno por dentro y con ese extra de sabor que compense la ausencia de la grasa. 


Comencé mi búsqueda cubriendo las pechugas tan solo con corn-flakes. No estuvo mal para un ensayo pero comparar aquello con el pollo frito sería una blasfemia. Después fui agregando distintos ingredientes y probando nuevas recetas que encontré aquí y allá. Aún no he terminado mis experimentos, me queda por probar, por ejemplo, el empanado de doritos, pero esta receta que comparto hoy es perfecta de verdad y cuando mi hermana lo probo se puso más contenta que WinnieThe Pooh con un tarro de miel.



El pollo es una trampa magistral y `puede que no sea todo lo saludable como podría ser pero nadie podría negar que es infinitamente más tentadora que una pechuga a la plancha y que además tiene doscientas veces menos aceite que el pollo frito clásico. Por otra parte si eres como yo y eres incapaz de usar una cosa sin manchar veinte en la cocina esta es una de esas recetas por las que darás gracias al cielo porque tiene la ventaja añadida de que apenas es necesario manchar dos platos para hacerlo.

Espero que os guste y que se la hagáis a vuestros seres más queridos, seguro que os lo agradecen.



viernes, 23 de enero de 2015

Los pastelitos de limón de juego de tronos



Cuando terminé de ver todas las temporadas de juego de tronos en poco más de un mes y me puse a buscar la receta de los pastelitos de limón preferidos de Sansa Stark tenía más o menos asumido que era una pequeña friqui. Cuando descubrí que Chelsea Monroe-Cassel y Sariann Lehrer, dos mujeres bostonianas, no sólo tenían un blog de cocina,  "The inn at the crossroads" (La posada en la encrucijada), dedicada exclusivamente a los banquetes de juego de tronos sino que habían publicado un libro entero, "Festín de hielo y fuego",  sobre el mismo tema, y con bastante éxito, descubrí que lo mio era, de hecho, bastante trivial. Que me hiciese inmediatamente con un ejemplar del libro y que estos pastelitos sean tan solo un ejemplo de las recetas inspiradas en los siete reinos que vendrán a parar al blog es algo que a nadie debería de sorprender.

El libro en cuestión es un recetario inspirado en su mayoría en técnicas de la Edad Media, en el que los platos están divididos por reinos. Cada uno de ellos viene acompañado por una cita del libro en la que aparecen. Cuenta además con un prologo escrito por el mismisimo George R. R. Martin, en el que confiesa su total ineptitud en la cocina. Por soprendente que parezca dice ser incapaz de cocinar nada más sofisticado que los huevos con bacon del desayuno. Lo creas o no, el autor cuya obra ha inspirado un recetario de cocina completo, jamás cocinó ni uno solo de los platos que describe con meticulosa puntualidad en sus libros al igual que tampoco mato de verdad a todos esos personajes. Si lo hubiera hecho sería uno de los mayores asesinos en serie de la historia conocida.

Los 284 aasesinatos de juego de tronos de manera grafica.

Todos sabemos que la piedad, la compasión y la justicia no se cuentan entre sus muchas cualidades. Yo aún no me había recuperado del todo de la dramatica caida de Dumbledore cuando Martin, el compasivo, decidió clavar la cabeza de Edd Stark en un pica. Después de eso la hostilidad siguió en aumento hasta el punto de que he llegado a estar convencida de que no quedará un solo personaje vivo para el final.

Por esta cualidad tan suya de querer acabar con toda su obra Martin ha sido nombrado mayor troll de la literatura, seguido muy de cerca por otro gran aguafiestas llamado William de apellido Shakespeare.



"Aquí tengo la lista de los personajes que mataré. Son basicamente todos vuestros favoritos."



Al ser interrogado por el porqué de su sadismo responde que el lo que busca es sorprender a los lectores, que tengan miedo de pasar la página, y que jamás olviden que su héroe corre peligro, que se acerca el invierno y se está librando una guerra.

Gracias a la tecnologia y el extraño habito que tiene la gente de grabarse mientras ve la tele, es posible ver las reaccciones que suscitó la emisión de su espantosa "boda roja" (red wedding). 



Nadie lo invita ya a ninguna boda.

Otra de las raras cualidades de Martin es el gusto por describir los aspectos más viscerales y humanos de sus personajes sin filtro alguno. Muchos de sus lectores se han mostrado ofendidos con la concrección a la que llegan sus escenas de sexo y muchos más aún han sentido la necesidad de levantarse a comer algo durante el relato minucioso de alguno de los banquetes celebrados en desenbarco del rey. Porque George no se contenta con mencionar los sempiternos cafés y cigarrillos a los que los escritores nos tienen acostumbrados. Y desde luego no es el tipo de escritor que se contente con un sandwich comido de mala manera ante el ordenador. Mientras que en la mayoría de los libros la aparición de la comida es meramente anecdotica, en su obra los platos descritos con minucioso detalle, llegan a tener tanta presencia, que casi puede ser considerados un personaje más. La importancia de este hecho ya la menciono mucho antes que yo y mucho mejor Virginia Woolf:

"Hecho curioso, los novelistas suelen hacernos creer que los almuerzos son memorables, invariablemente, por algo muy agudo que alguien ha dicho o algo muy sensato que se ha hecho. Raramente se molestan en decir palabra de lo que se ha comido. Forma parte de la convección novelística no mencionar la sopa, el salmón ni los patos, como si la sopa, el salmón y los patos no tuvieran la menor importancia, como si nadie fumara nunca un cigarro o bebiera un baso de vino. Voy a tomarme, sin embargo, la libertad de desafiar esta convección y deciros que aquel día el almuerzo empezó con lenguados, servidos en fuente honda y sobre los que el cocinero del colegio había extendido una colcha de crema blanquísima, pero marcada aquí y allá, como los flancos de una gama, de manchas paradas. Luego vinieron las perdices, pero si esto os hace pensar en un par de pájaros pelados y marrones en un plato os equivocáis. Las perdices, numerosas y variadas, llegaron con todo su séquito de salsas y ensaladas, la picante y la dulce; sus patatas, delgadas como monedas, pero no tan duras; sus coles de Bruselas, con tantas hojas como los capullos de una rosa, pero más suculentas. Y en cuanto hubimos terminado con el asado y su séquito, el hombre silencioso que nos servía, quizás el mismo bedel en una manifestación más moderada, colocó ante nosotros, rodeada de una guirnalda de servilletas, una composición que se elevaba, azúcar toda, de las olas. Llamarla pudin y relacionarla así con el arroz y la tapioca sería un insulto. Entretanto los vasos se vino habían tomado una coloración amarilla, luego un rubor carmesí; habían sido vaciados; habían sido llenados. Y así gradualmente, se encendió, a media espina dorsal, que es la sede del alma, no esta dura lucecita eléctrica que llamamos brillantez, que centellea y se apaga sobre nuestros labios, sino este resplandor más profundo, sutil y subterráneo que es la rica llama amarilla de la comunión racional. No es necesario apresurarse. No es necesario brillar. No es necesario ser nadie más que uno mismo. Todos iremos al paraíso y Van Dyck se halla con nosotros: en otras palabras, que agradable le parecía a uno la vida, que dulces sus recompensas, qué trivial este rencor o aquella queja, qué admirable la amistad y la compañía de la gente de su propia especie mientras encendía un buen cigarrillo y se hundía en los cojines de un sillón junto a la ventana."  Virginia Woolf, Una habitación propia.
Pero pongamonos de humor para hacer la receta:



Se preguntó si Sansa Stark también tendría frío, estuviera donde estuviera. Lady Catelyn le había dicho que Sansa era un niña dulce a la que le encantaban los pastelillos de limón, las túnicas de seda y las canciones de caballería, pero aquella niña había visto como decapitaban a su padre y luego la habían obligado a casarse con uno de los asesinos.
Las dos primeras recetas que he utilizado para hacer los pastelitos de limón son muy distintas entre sí. La primera proviene del recetario oficial de juego de tronos que he mencionado anteriormente. Es una receta medieval simple y directa y el resultado deja bastante que desear. Yo solo la recomendaría a fanses de juego de tronos ya con carné y todo o a personas a las que le gusten los pasteles muy rudimentarios que se parecen sospechosamente en todas sus cualidades a las galletas. 


La otra pertenece al chef Tom Colicchio que fue el encargado de diseñar el menú de las furgonetas de comida (food-trucks) de juego de tronos que se desplegaron por distintas ciudades de Estados Unidos para la promoción de la última temporada de la serie. Sé lo que  estás pensando. ¿Es qué tienen una furgoneta de comida para todo? La respuesta es sí, la tienen. 

Dentro del menú que se servía en las furgonetas estaban la trucha crujiente con salsa de almendra y mostaza, el conejo al horno... y por suspuesto los pasteles de limón que puedes probar en casa haciéndolos tu mismo con muy poca dificultad. Al hornearlos se dividen en dos, un bizcocho ligero en la parte superior y una crema de limón sedosa en el fondo. Parece magia pero en realidad es una tontería y si no te disgusta el limón te encantarán.






viernes, 16 de enero de 2015

Cupcakes de tiramisú de Martha Stewart








Hasta hace poco sabía que había una señora al otro lado del charco llamada Martha Stewart que era responsable de gran parte del food porn en pinterest. Nunca me preocupé de saber más del tema hasta que leí  un artículo en el país de Mikel López Iturriaga, alias el comidista,  titulado "Twitter mató a la estrella de la cocina" con el que casi me desorino. La estrella, era Martha que, para el que no lo sepa ya, es una empresaria multimillonaria, natural de Nueva Jersey, presentadora y escritora de libros que automáticamente se convierten en bestseller. 

Algunos la conocen como la diosa de la economía domestica estadounidense y cualquiera que la viera, con su siempre bien peinada melena rubia, su inseparable kitchen aid y su cocina de mundo perfecto, juraría que es Mary Poppins reencarnada: prácticamente perfecta en todo.



No parece haber problema casero para el que la señora no tenga una solución elegante que ofrecer. Desde cómo hacer una tarta espectacular de trescientos pisos con serpentinas y fuegos artificiales, a cómo plantar un sauce llorón en medio del salón pasando por cómo hacer que el antro al que llamas hogar rezume cursilidad en 3 pasos. Su mundo es el mundo ideal de los armarios ordenados por colores, el de los pequeños detalles, el de las comidas de navidad en las que no se quema un plato y el de las fotos preciosistas de todo tipo de comestibles que harían salivar hasta a una piedra.


Pero Martha también es otra cosa. Es una mujer seria con mucho carácter y me atrevería a decir que también algo de mala uva que comenzó siendo corredora de bolsa en wall-street y sobrevivió a una temporada en la cárcel. Ella no es el tipo de persona que se muerde la lengua, es más bien alguien dispuesto a meter el dedo índice para chuparlo después en cualquier masa de pastel y frente a quien haga falta, sin inmutarse lo más mínimo y hasta reirse de quien le mencione cuestiones sobre la higiene y la salmonela. Y por ese campechanismo que deja ver en sus programas no me sorprende para nada que, como dice el comidista en su artículo, tuviera la osadía de compartir con sus millones de seguidores imágenes fantasmagóricas, muy por debajo del nivel de cuquismo al que nos tiene acostumbrados, de lo que come a diario:
@MarthaStewart.Best slow cooked onion soup with baguette croutons and gruyere and Comte cheese melted on top. Garden onions
"Lo que Martha anuncia como “lechuga iceberg con aliño ruso casero” es un trozaco de esta infame verdura cubierta por una pasta grumosa de color rosa pálido con un aguacate marrón claro al fondo. Las “setas Matsutake con caldo, fragante y muy muy bueno” no las servirían ni en un hospital privatizado. Y la “mejor sopa de cebolla a fuego lento” parece lo que dejas en el retrete cuando sufres de gastroenteritis. Las respuestas a estos tuits han sido tan cómicas como salvajes: “aliño de pota”, “ideal para tu nuevo libro de recetas de prisiones”, “parece un fregadero atascado”… aunque mi favorita, sin duda, es esta: “¿Estás borracha, Martha?”." Mikel López Iturriaga, El país.
Personalmente me reconforta saber que hasta Mary Poppins se rie y que hasta a ella se le queman a veces las tostadas. Y por eso me divierte sobremanera que Martha haya tenido la osadía de compartir sus cutrefotos sin ningún filtro ni apaño. Creo que el mundo sería un lugar mejor si todos los mitos comenzaran a autodesmontarse compartiendo la vanalidad de la vida cotidiana a la que todos estamos avocados.

En mis años adolescentes tuve la suerte de entrevistar a Arzak en su pequeño restaurante de Donosti. Recuerdo que entre las preguntas de manual que le hicimos mis amigas y yo estaba la inevitable: ¿Cuál es tu plato favorito? Aún lo veo responder sonriente que los huevos fritos con pimientos del piquillo. Me pareció maravilloso, que un señor con tres estrellas michelín que había recorrido el mundo en busca de nuevos sabores, que tenía un cámara secreta de especias y había comido pez globo, trufa y hasta búfalo, y yo, una adolescente que no sabía nada de la vida, compartiéramos el gusto por un plato tan rústico como los son los huevos con pimientos del piquillo. Y es que aunque nos gusta complicarla y borrar las pieles de naranja con photoshop y llenarnos la boca diciendo que si tal o cual vino es difícil y presenta ciertas notas de luna menguante la vida, en realidad, la de todos, es mucho más sencilla que todo eso.  Por eso, que Martha compartiera su contidianidad con brutal honestidad solo hizo que me interesara un poco más por ella.


Desde que descubrí su "aliño de pota", la he visto cocinar tronchandose de risa con Robin Williams, y haciendo brownies verdes mientras rapeaba alegremente con Snoop Dogg. He visto cada uno de los programas sobre cupcakes que tiene en su web. Y además me he atrevido a hacer algunas de sus recetas que sería justo decir que son infalibles. La experiencia con mis primeros cupcakes, fue tan sumamente gratificante que no me cabe duda de que volveré a repetir la experiencia.


Sus cupcakes de tiramisú, los he hecho 3 veces con las cantidades multiplicadas por dos lo que viene a querer decir que he hecho aproximadamente 80 de estos pastelitos en menos de un mes. Naturalmente no me los he comido yo todos, pero podría haberlo hecho perfectamente porque no hay, punto, coma, ingrediente, ni paso que me gustaría cambiar a esta receta. Es absolutamente perfecta. Y por eso quiero compartirla con todos vosotros. Espero de verdad que os guste o, mejor dicho, estoy segura de que os gustará solo espero que la hagáis.



miércoles, 7 de enero de 2015

Cómo hacer tortillas mexicanas de harina de trigo caseras, paso a paso





Soy consciente de  que la comida mexicana no es patrimonio de la humanidad solo por sus fajitas, nachos, tacos y burritos pero cuando voy a un restaurante mexicano, cosa que no sucede muy a menudo, es para comer una o varias de estas pendejadas. Recuerdo perfectamente lo que pedí la última vez que estuve en un uno: fajitas de pollo. Me sirvieron un pollo con verduras hervido con la mayor sencillez posible acompañado de un fila de pequeñas tortitas de harina. Recuerdo que pense que aquello no presagiaba nada bueno y cómo instantes después, tras rellenar una pequeña tortilla templada y suave, rellenarla y masticarla, cambie de opinión al instante. Cierto es que tenía hambre, pero aquello estaba muy por encima de mis expectativas, estaba delicioso. Creo que fue ya por la tercera fajita cuando me vino la revelación, las tortillas marcaban toda la diferencia. Eran suaves, ligeras, esponjosas y elásticas y estaban tan sabrosas que apenas si necesitaban el relleno del pollo. Llegué entonces a una segunda conclusión, las tortillas que suelo comprar en el super empaquetadas, aunque prácticas, son en realidad una autentica mierda seca e insípida. 



Unos días después de mi experiencia en el mexicano empecé mi búsqueda de la mejor receta para hacer tortillas de harina de trigo caseras. La suerte del principiante quiso que las primeras me salieran bastante bien, lo suficiente para animarme a seguir intentándolo. Las segundas, sin embargo, fueron un churro, me envalentoné, agregué todo el agua de golpe y la masa quedo ingobernable. Las terceras, no estaban mal pero demasiado secas. A la cuarta empezó la remontada, porque salieron mejor que las primeras... y hasta hoy porque, aunque aún no he terminado mi búsqueda de la mejor receta, creo que esta es chingona y merece un reconocimiento, además son bastante, bastante, mejores que las empaquetadas.

Esta no es una receta complicada, es más bien de panarra nivel parvulario, pero requiere su práctica. Lo más complicado es dar forma redonda a las tortitas porque al principio, no lo dudes ni por un momento, te saldrán engendros como esté: 

Demostración de todas las cosas que pueden salir mal la primera vez que intentas hacer una tortilla redonda.

...O peores. Tampoco hay que preocuparse en exceso por su apariencia porque, como decía la abuela mexicana de esta señora, "no tienen que estar redondas porque al cabo no van a entrar rodando"

Además, cuando las probéis el aspecto será la última cosa en que os importe. Serán vuestras tortillas y todo el mundo sabe de las propiedades curativas de la comida echa por uno mismo que se come con las manos, envuelta en una tortilla.


No en vano fue en hacer fajitas en lo que pensó Ross cuando se enteró, de una manera algo violenta, de que Rachel y Joey estaban saliendo. Estoy bien, repite el pobre hombre con una voz inquietantemente aguda, estoy bien. Estaba al borde de la histeria:
"Ross - Todo esta saliendo bien. Yo y Charlie, vostros dos... ¿sabéis lo que deberíamos hacer?
Rachel -¿Calmarnos?
Ross -No, deberíamos cenar todos juntos. Sí, lo haremos mañana por la noche. ¡Cocinaré yo!
Joey -¿No crees eso seria un poco raro?
Ross -¿Raro? ¿Qué es raro? Lo único raro sería que a alguien no le gustara la comida mexicana porque voy a hacer ¡¡FAJITAS!!"



Espero que os gusten. Y si alguno de vosotros tiene alguna sugerencia que hacer sobre la receta estaré encantada de escucharla.

Ándale a hacer tortillas todo el mundo.