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jueves, 11 de junio de 2015

Sobre el arte de hacer smoothies y mi smoothie strawberry fields




Supongo que te habrás fijado que ahora los batidos de fruta se llaman smoothies y debes saber que la culpa, como advertía Def Con Dos,  es de Yoko Ono. O casi, porque fueron los hippies, allá  por los strawberry fields de los sesenta, los que lo bautizaron con ese nombre tan apropiado para la época, smoothie, suavecito (o algo así).

Los smooothies son batidos de fruta fresca o congelada que suelen llevar otros ingredientes como lácteos, yogur o leche (de origen animal o vegetal); hielo, aromas e incluso verduras. Son extremadamente fáciles de hacer en casa y están tan buenos que no resulta extraño emparentarlas con los hippies porque cuesta imaginar la guerra cuando sostienes un vaso rebosante de tu smoothie favorito entre las manos. 

Aunque el consumo de batidos de fruta era habitual en muchos lugares del mundo antes de que Julius Freed y Bill Hamlin revolucionaran Norteamérica con su peculiar zumo de naranja, sería justo atribuirles parte del merito del negocio millonario de los  smoothies de hoy en día a estos dos bueno hombres.


La historia de Freed y Hamlin es sencilla. A los dos les gustaban mucho las naranjas. Al primero le gustaban tanto que decidió dedicar su vida a vender zumo de naranja recién exprimido en un pequeño chiringuito. Hamlin era igual de forofo pero tenía el estomago sensible y la acidez de los cítricos hacía que su estómago dejara de hablarle días enteros si lo tomaba. Incapaz de renunciar a ellas ideó la manera de domesticar el zumo y hacerlo más amable. Lo trituró junto a un poco de hielo, otro poco de leche y un toque de ingrediente secreto dando como resultado una bebida de color naranja pálido, de textura similar a la de un granizado aterciopelado y coronada con una preciosa capa de espuma blanquecina. La bebida, precursora del smoothie actual, tuvo tanto éxito en el puesto de su amigo Julius que el pequeño negocio no daba a basto para saciar a toda la gente que se acercaba exclamando: "give me an orange Julius" (dame una naranja, Julius).  Esa es la razón de que aún hoy en día la bebida se conozca como "Orange Julius" y no "Orange Hamlin". A día de hoy el pequeño puesto de Julius es una cadena enorme que sirve bebidas de fruta y orange Julius incluso en Japón.


Desde entonces el arte de hacer smoothies ha madurado mucho  y hoy en día los hay de todo tipo y por todas partes. Curiosamente son los de color verde los que se llevan todos los aplausos últimamente que son la única manera aceptable de comer espinacas crudas que yo conozco. 

Hacer estos batidos en casa es absurdamente sencillo, de hecho, lo complicado es hacer uno malo. El trabajo ya está casi hecho si se tiene una batidora  capaz de picar hielo y un dedo indice con movilidad suficiente. Con eso lo digo todo. Sin embargo creo que hay ciertas cosas que todo iniciado debería saber y que yo he aprendido a base de hacer smoothies cada vez que cambia el viento:

1. Fruta congelada vs fruta fresca. Siempre fruta congelada. El resultado es más cremoso, menos aguado y el sabor es claramente superior, más profundo e intenso. 
2. El componente ácido, la lima que nunca falla. Nunca olvides añadir un poco de lima a tus smoothies, no está de adorno en la receta ni es una pijada. Puedes sustituirla por  el zumo de otro cítrico como el de limón o la naranja. Parece una nimiedad, sin embargo, marcará la diferencia. 
3. Los aromas. Nunca te olvides de ellos tampoco. Un toque de vainilla, una pizca de jengibre o un poco de menta son el je ne sais quoi mueve el mundo silenciosamente.
4. Los endulzantes. No son necesarios pero si eres tan golosa como yo los necesitarás. Utiliza el que más te guste, no hay fronteras, aunque ya que nos ponemos en plan sano podrías descartar el azúcar por esta vez. Hay gente que añade a todos sus smoothies un plátano porque son un endulzante natural además de que le dan a la bebida más cuerpo y cremosidad. Si te parece bien hazlo, a mi no me gusta hacerlo porque encuentro que el sabor del plátano es a veces demasiado invasivo. 
5.  Los lácteos. Yo suelo utilizar yogur porque tengo un problema de dependencia con el y me encanta. Sustituirlo por leche animal o vegetal no cambia mucho el resultado y es una opción abierta para todo aquel que quiera o necesite hacerlo así. Otra opción es omitirlos por completo en cuyo caso será necesario añadir algún otro líquido como agua natura, agua de coco, zumo etc.
Una vez que rompas el hielo y empieces a hacer smoothies no volverás a mirar atrás. Porque lo que pasa con los smoothies caseros es que cuesta encontrarlos mejores fuera. A mi me gustan tanto que he dedicado una cajón entero del congelador a la fruta congelada. Los hago varias veces por semana, sino más, y este que comparto hoy es mi ojito derecho, mi favorito. Fresas, arándanos, frambuesas, lima, naranja, menta, yogur y vainilla. ¿Hace falta decir algo más?. Estas son todas las teclas que hay que tocar para hacer que mi corazón salga de viaje a campos de fresas en los que todo va bien siempre y suenan los Beatles de fondo. 

Espero que lo probéis y os guste tanto como a mi. 



jueves, 16 de abril de 2015

Cupcakes de limón y merengue rellenos de lemon curd. Los favoritos de Martha Stewart.




Opino que no hay suficientes pasteles de limón y merengue a mi alrededor. Es más difícil encontrar uno cerca de casa que a Wally en un partido del Athletic en San Mamés. Me parece intolerable. La gente debería saber de la existencia de uno de los mejores pasteles jamás creados porque si no fue para comer pasteles, entonces ¿a qué vinimos?. 

Mi historia de amor con este maravilloso pastel inglés comenzó cuando terminé de ver la película "Toast" sobre la vida del chef inglés Nigel Slater. En la película un prepúber Slater se esforzaba fracaso tras fracaso en mejorar la receta de "lemon meringue pie" de su madrastra, el favorito del lazo de unión entre ambos, su padre. 


Yo jamás había probado uno y terminé la película con la sensación de que si no hacia uno reventaría. Así que como no soy nada caprichosa, lo hice. Y tuve tantos problemas con el merengue, y se me cruzo tanto el asunto que me vi forzada a alejarme de el, respirar hondo y meditar durante unos años hasta querer internarlo de nuevo. El merengue me ha inspirado un profundo respeto desde entonces. 

Cuando mi anterior batidora eléctrica se quemó (me preguntó por qué) y me regalaron el ferrari que tengo ahora (para mi lo es) pensé que quizá ya estaba lista para intentarlo de nuevo con el merengue. Y vaya si lo estaba. 



Cuando vi con con lagrimones de felicidad en los ojos que aquello no se desmoraba me subi tan arriba que hice merengue suizo como si no hubiera mañana. Durante el transcurso de un mes cualquier razón me parecia una razón valida para hacer merengue. ¿Que las divisas suben? voy a hacer merengue, total no lo entiendo ¿que el viento viene del norte? será mejor que hagamos merengue. ¿Que llueve? ¿qué tal si hacemos merengue?. Pero la mejor razón de todas fue que la familia de mi pareja podara el limonero y me regalaran dos sacos de limones. Esa fue, sin duda, una de las coincidencias más afortunadas que he tenido últimamente.


Compartí hará un mes la receta de lemon curd que hice con aquellos limones. Entonces afirmé que utilizarlo de relleno para pasteles y cupcakes era uno de los mayores honores que se le pueden hacer a un lemon curd y aquí estoy hoy, con la receta de los cupcakes favoritos de Martha Stewart, lista para demostrarlo. El aspecto de estos dulces, acídos y pequeños museos de sabor habla por sí mismo y apenas necesitan presentación. Son la esencia de un buen lemón pie hecha cupcake y aquí donde los postres de limón son tan raros, malos y escasos saben a oasis en el desierto. Perfecto para todos aquellos que sepan apreciar el sabor agridulce y el encanto clásico de los cítricos. Mi parte favorita es cuando llega la hora de tostar el merengue con el soplete. Es hasta terapéutico. Si lo tienes no dudes en utilizarlo. Cuando hayas acabado la labor estarás pensado ¿ya? ¿no hay más?, por favor que alguien me de más cosas para quemar porque soy el nuevo rey del fuego. 


No en vano es tan famosa la frase en la que Julia Child afirma que "todas las mujeres deberían tener un soplete". Curiosamente no fue Julia la que dijo aquello sino una invitada de su programa llamada Mary Bergin. Las dos preparaban un pastel de chocolate con cobertura de creme brulee cuando Bergin sacó un soplete industrial y se puso a caramelizar una fina capa de azúcar sobre el pastel. Julia que como todo el mundo frente a un soplete miraba maravillada la rápida transformación del azúcar en caramelo reflexionó que "toda cocina debería tener un soplete". Bergin, rápidamente la corrigió y dijo "toda MUJER debería tener un soplete. Los hombres escuchan a las mujeres con soplete". Julia con una pequeña sonrisa cómplice constestó un simple "me lo puedo imaginar". (no me lo invento, podeis ver el capítulo del programa de ese día online en versión original aquí)


Espero que os gusten los cupcakes tanto como nos han gustado a nosotros además os los habéis ganado el fin de semana ya está casi aquí.



sábado, 14 de marzo de 2015

Recetas imprescindibles III: el lemon curd o crema de limón perfecto






¿Verdad que da ganas de mandar a cagar a toda esta gente que cuando estas hundido en la miseria y hasta el arco iris te parece negro te dicen que si la vida te da limones hagas limonada?. Me gusta imaginar a esta gente cruzándose con el pobre Sísifo en el monte, condenado a empujar la misma piedra hasta la cima de una montaña para verla rodar hacia abajo después, por toda la eternidad. Un castigo divino que fue resumido brillantemente por un suicida anónimo en su carta de despedida como: "Tanto abrochar y desabrochar." A Sísifo le dirían, imagino, algo así: "-No es para tanto hombre, míralo bien, al menos tienes una piedra." Me caen bien los optimistas, los admiro, pero a veces sencillamente se pasan de frenada. 

No obstante, tomada literalmente la frase tiene mucho sentido. Si la vida te da limones, y a mi me dio exactamente dos sacos hasta arriba, es una buena idea hacer limonada. Ésta limonada en concreto es un buen punto de partida mientras planeas tu obra maestra que, si hablas mi idioma, debe ser sin lugar a dudas un postre que involucre generosas cantidades de lemon curd y de merengue. El lemon curd es un híbrido entre la mermelada y la crema pastelera. Se elabora con zumo de limón (o de cualquier otra fruta a la que se le pueda extraer el zumo con facilidad) huevo, azúcar y mantequilla. Se hace en un abrir y cerrar de ojos y aunque los ingleses son aficionados a untarlo en las tostadas del desayuno a mi me gusta especialmente como relleno para tartas y bizcochos. 



El fin de semana pasado aprovechando mi bonanza de limones me dediqué a experimentar con distintas recetas de lemon curd para el relleno de unos preciosos y dolorosamente buenos cupcakes de limón y merengue. La verdad es que me gustaron todas las que hice pero por la riquieza que le dan las yemas de huevo extra y por su perfecto equilibrio entre dulce y ácido al finas me quedé con esta que será mi receta de lemon curd calculo que de aquí a la eternidad. Es una adaptación de la receta de lemon curd de la abuela de Jemma de Cupcake Jemma. He reducido la cantidad de yemas a cuatro en lugar de cinco, he aumentado la cantidad de ralladura de limón, una pizca de sal y también un poco más de mantequilla, porque de perdidos, al río. Si no habéis probado nunca el lemon curd, debéis hacerlo. Es una crema sedosa y con sabor a muy peculiar a helado de limón dulce pero a la vez ácido.

Muy pronto compartiré la receta de los cupcakes dentro de los que me lo comí, si os gusta el limón os encantarán. De momento aquí va la de lemon curd, espero que os guste.




viernes, 13 de febrero de 2015

Yogur helado de fresa instantáneo sanisisísimo




Si todavía crees que  no te queda un hueco libre para una procesadora de alimentos en tu pequeña y abarrotada cocina, aquí tienes una razón que te hará pensártelo mejor: yogur helado de fruta instantáneo. Sinceramente si esto no te convence, nada lo hará.  En 5 minutos y sin ningún tipo de esfuerzo esta maquina del cielo convierte un puñado de fresas congeladas en un yogur helado brutal que además es uno de los helados más sanos que hayas comido nunca, libre de culpa, azúcar, grasa, gluten, calorías, bichitos engordantes o como quieras llamarlo. En definitiva, es un milagro de la tecnología moderna que deberíamos agraceder a Dios, perdón, a la ciencia.



"En realidad, prefiero la ciencia a la religión. Si me dan a escoger entre Dios y el aire acondicionado, me quedo con el aire." 

Woody Allen

Puedes hacer el helado también sin yogur o con otro tipo de fruta como mango, arándano, frambuesa, kiwi... La variante más popular es la de plátano (que ya compart en una ocasión anterior), debido a que la textura del plátano aporta una cremosidad mucho mayor que el resto de las frutas. Además de ello, si añades un poco más de líquido (zumo de naranja, agua de coco, leche...) obtendrás un smoothie helado exquisito, cosa que yo hago prácticamente todas las semanas, sin importar si es febrero en Siberia.

Espero que os guste.





miércoles, 11 de febrero de 2015

Recetas imprescindibles I: Compota de manzana para postres




La compota de manzana es un simple puré de manzana hervida que todo el mundo sabe hacer pero que prácticamente nadie que conserve los dientes hace. Yo solía ser una de estas personas, de las que piensan que una de las ventajas de hacerse mayor es no tener que comer nunca más potitos de bebé, ni nada que se le parezca, hasta que descubrí que la compota, además de no ser tan aburrida como pensaba, es un excelente sustituto del huevo y del aceite en muchos postres.

Cuando comencé a usar compota para hacer muffins de desayuno más ligeros o éstos bizcochitos all-bran style que me encantan solía comprarla ya hecha. Eso fue hasta que un buen día recibí un obsequio en forma de dos bolsas cargadas de manzanas con la indicación "son para hacer compota". Como soy obediente lo hice y después de aquello jamás la he vuelto a comprar por muchas razones:

  • Las habilidades necesarias para hacer compota son mínimas. De hecho no parece haber muchas cosas menos complicadas de hacer que esta y es casi imposible que salga mal.
  • Control de calidad de los ingredientes personalizado 
  • Ahorro de capital importante.
  • Posibilidad de hacer una versión sin azúcar, casi inexistente en el mercado.
  • Posibilidad de añadir ingredientes adicionales como especias etc.

La receta de compota que comparto a continuación es la receta más básica que pueda haber porque está pensada para su uso en la repostería, si quieres comerla con cuchara te sugiero que añadas algún ingrediente adicional. También es habitual consumir la compota en platos de carne como el cerdo, con helado, con yogur o como ingrediente secreto de algún smoothie que ya veré si comparto algún día ;).

Espero que os guste.



{RECETA COMPOTA DE MANZANA BÁSICA}

INGREDIENTES
  • 2 kg. de manzanas*
  • 1 taza (250 ml.) de agua mineral
  • 1 cucharadita de zumo de limón
Aditivos opcionales:
  • 50 gr de azúcar blanco o moreno**
  • 1 cucharadita de canela en polvo o una rama de canela
  • Una vaina de vainilla


ELABORACIÓN

1. Pela, descorazona y trocea las manzanas en trozos pequeños.






2. Pon las manzanas troceadas en una cazuela con el agua y el zumo de limón. (Si optas por añadir algún ingrediente opcional añádelo también ahora) 


3. Tapa la cazuela y cuece, a fuego medio, durante 30-40 minutos o hasta que las manzanas estén blandas. Retira del fuego.



4. Bate el puré de manzana con la batidora para obtener un puré de textura fina o bien pásalo por el pasapurés para una textura más rústica. Conserva en la nevera en un recipiente cerrado 3-4 días congélalo para que dure hasta 6 meses.



NOTAS

*Las variedades de manzana más idóneas para hacer compota son: Gala, Golden, Pink Lady, Reineta, Roma, Granny Smith, McIntosh o Fuji. Aunque puedes hacerla con la variedad que más te guste, la que tengas a mano o una combinación de ambas. En caso de querer hacer una compota sin añadir ningún tipo de endulzante es mejor optar por las variedades que son naturalemente más dulces.

** La cantidad de azúcar indicada es solamente orientativa. Puedes ajustarla a tus gustos o necesidades. En caso de hacer la compota para utilizarla como sustituto del huevo o del aceite en recetas de postres es mejor no añadir ni azúcar ni ningún ingrediente extra para no alterar la receta del postre en cuestión en exceso.


FUENTES

1. Denikatessen, Compota de manzana (applesauce).


miércoles, 19 de noviembre de 2014

Muffins de arándano con semillas de amapola y glaseado de limón para De Niro





“Hay tres maneras de hacer las cosas: la correcta, la incorrecta y la mía.” 

Sam "Ace" Rothstein (Robert de Niro), Casino.


En la película Casino Robert De Niro, que interpreta a un director de casino metido en la mafia, se toma muy a pecho que su muffin de arándano apenas contenga uno mientras que el de su acompañante rebose de ellos y sea prácticamente azul. "Siempre igual, si no me ocupo personalmente nada funciona" dice, como solo un obseso del control indignado podría decir, e inmediatamente después se presenta ante el chef para trasmitirle su categórico desacuerdo con la manera en que esta gestionando el caso de los arándanos:

-A partir de ahora pondrá la misma cantidad de arándanos en cada pastel. La misma cantidad de arándanos en cada pastel.

La cara del chef no tiene precio:

-¿Sabe el tiempo que me llevará? -responde con un hilo de voz apenas audible.

-Me tiene sin cuidado quiero la misma cantidad de arándanos en cada pastel.

(Esta es la escena de la que hablo en versión original y puedes ver la versión en castellano aquí.)



Todos nos hemos sentido estafados alguna vez con ciertos comestibles que claman ser de algo que brilla por su ausencia pero todos también deberíamos entender la cara de circunstancias del chef ante tamaña petición, porque hacer que dos muffins contengan la misma cantidad de arándanos es un problema tan complicado como la cuadratura del círculo. Existe sin embargo una solución rudimentaria y más o menos exacta para conseguir una distribución suficientemente homogénea. Consiste en maximizar la cantidad de arándanos hasta donde sea posible. De esta manera será estadísticamente muy improbable que ninguno de los pequeños pastelitos quede huérfano.

Además del problema de nido vacío al hacer los muffins existe otro igual de importante, el denominado efecto suelo. Sucede cuando las frutas que deberían estar dispersas por todo lo ancho y alto del muffin se acumulan todas al fondo. Hablo con conocimiento de causa y puedo asegurar que la solución a este problema es sumamente sencilla. Lo más importante para que esto no suceda es asegurarnos de que la masa del muffin sea muy densa ya antes de meterla en el horno. La densidad de la masa provocará que los arándanos se mantengan en su lugar y no se derrumben. Otro truco que suele funcionar, solo si la masa es suficientemente densa, es enharinar los arándanos antes de añadir los líquidos. Yo suelo optar por combinar ambos métodos y minimizar así la probabilidad de error.


Si sigues estos consejos conseguirás hacer una hornada de muffins que haría que De Niro se sintiera orgulloso. 

He probado bastantes recetas de muffins de arándano, los favoritos de mi madre y también los mios. Hice una que clamaba ser la mejor pero que debió de salirme mal o algo porque a mi no me lo pareció. Los he hecho con mantequilla y con aceite. Con leche y con yogur. Con arándanos frescos y con congelados. Con y sin azúcar. Y mi receta favorita hasta el momento es la que comparto hoy aquí. Tan buenos estaban que no han durado en casa ni dos días. Creo que el factor definitivo ha resultado el glaseado que nunca antes lo había hecho y que a partir de ahora jamás dejaré de hacer. Es parecido al glaseado de los donuts pero con un sabor a limón exquisito que combinado con el sabor suave y agominolado (me lo acabo de inventar lo sé) de los arándanos forma un matrimonio de los que duran toda la vida.

Espero que los probéis y os gusten tanto como a mi, que ya es decir. 



jueves, 6 de noviembre de 2014

Muesli o gachas gourmet al horno de manzana y canela





En la misma época en que el señor Will Keith Kellogg fundaba su emporio gracias a las crujientes hojuelas de maiz tostado (Corn Flakes), al otro lado del charco un médico suizo llamado Maximilian Bircher-Benner descubrió otro indispensable en los desayunos, el "Müesli" también conocido como ‘Bircher-Müesli’. 

Se cuenta que para crear este clásico desayuno el doctor se inspiró en la dieta de un pastor sexagenario que conoció en una de sus caminatas por las montañas helvéticas. Bircher quedo asombrado con la vitalidad del anciano y al interrogarlo por el secreto de su salud éste contesto que se la debía a una receta inmemorial de una papilla de trigo molido heredada de su padre. El pastor tenía por costumbre tomar la papilla a la mañana y a la noche y la acompañada de leche, miel y una manzana .

En 1897 Bircher fundó una clínica privada en Zurich, para pacientes que sufrían enfermedades digestivas, en la que revoluciono las practicas alimentarias de la cultura de la época. El galeno criticó los tratamientos que únicamente se limitaban a tratar los síntomas de una enfermedad, sin tener en cuenta otros factores importantes como los procesos psíquicos, los ambientales y la dieta. En su clínica los pacientes además de seguir un horario monástico, practicar la jardinería y de ejercitarse caminando comían alimentos a los cuales el llamaba "alimentos vivos". El ejemplo más significativo de todos ellos esta resumido en su muesli, una mezcla de leche, harina de avena y bayas frescas (fresas, arándanos) ingeridas todas ellas en crudo y sin refinar, que adquirió tal celebridad que no tardó en propagarse al exterior.


Al lector de hoy en día las practicas del doctor pueden parecerle un poco banales, acostumbrado a escuchar  y leer constantemente cuestiones sobre las vitaminas, los omega 3, los l.casei inmunitas, el colesterol... el hecho de que un médico le diga a uno lo que tiene que comer no parece nada extraordinario. En lo que a dietas se refiere estamos curados de espanto pero no debemos olvidar que en la época en que el doctor reivindicó el muesli la palabra vitaminas ni siquiera formaba parte del diccionario:

"Hasta bien entrado el siglo XIX, nadie se había planteado el  concepto de dieta equilibrada. Se creía que cualquier comida contenía una única, vaga y sustentante sustancia: "El alimento universal". Medio kilo de ternera tenía el mismo valor para el organismo que medio kilo de manzanas o de chirivías o de cualquier otra cosa, y todo lo que se requería del ser humano era que se asegurara de consumir la cantidad suficiente. Nadie se había planteado aún la idea de que determinados alimentos llevaban integrados elementos vitales y básicos para el bienestar del ser humano. Y no es de extrañar, ya que los síntomas de la deficiencia alimenticia -apatía, dolor de las articulaciones, propensión a sufrir infecciones, visión borrosa- rara vez sugieren un desequilibrio alimentario. Incluso hoy, cuando se nos empieza a caer el pelo o se nos hinchan los tobillos de manera alarmante, pocas veces pensamos en lo que hemos estado comiendo últimamente. Y mucho menos pensamos en lo que no hemos comido. Y eso es lo que les sucedía a los desconcertados europeos que, durante mucho tiempo, murieron a menudo en cantidades alarmantes y sin saber por qué. 
Se ha sugerido que, solo de escorbuto, murieron entre 1500 y 1850 hasta dos millones de marineros. Normalmente, en una travesía larga, acababa con la vida de la mitad de la tripulación. Se probaron diversos y desesperados recursos. Vasco de Gama, en una expedición de ida y vuelta a la India, animó a sus hombres a aclararse la boca con orina, una solución que no hizo nada para mejorar su escorbuto y mucho menos para levantar sus ánimos. A veces, el número de víctimas mortales era realmente sorprendente. En un viaje de tres años durante la década de 1740, George Anson perdió a mil cuatrocientos hombres de los dos mil que partieron. Cuatro murieron víctimas del enemigo; el resto murió en su práctica totalidad como consecuencia del escorbuto. 
Con el tiempo la gente se dio cuenta de que los marineros con escorbuto solían recuperarse al llegar a puerto y comer alimentos frescos, pero nadie se ponía de acuerdo sobre qué cosa de esos alimentos era lo que los ayudaba. Había quien pensaba que no tenía nada que ver con la comida, sino con el cambio de aires. En cualquier caso, era imposible conservar alimentos frescos durante las travesías prolongadas, por lo que identificar las verduras y productos eficaces tampoco tenía sentido. Lo que se necesitaba era algún tipo de esencia destilada -un antiescorbútico, como lo denominaron los médicos- que fuera efectiva contra el escorbuto y además transportable. En la década de 1760, un médico escocés llamado William Stark, animado por Benjamin Franklin, llevó a cabo una serie de intrépidos experimentos con los que intentó identificar el agente activo privándose de él mediante métodos bastante estrambóticos. Pasó semanas comiendo tan solo de los alimentos básicos -pan y agua principalmente- para ver que ocurría. Y lo que ocurrió fue que en cuestión de seis meses acabó matándose, de escorbuto, sin haber llegado a ninguna conclusión útil. Más o menos hacia esa misma época, James Lind un cirujano naval, llevó a cabo un experimento más riguroso y científico (y menos arriesgado a nivel personal) con doce marineros que padecían ya el escorbuto  y a los que dividió por parejas. A cada pareja le administró un presunto elixir diferente: vinagre a una, ajo y mostaza a la otra, naranjas y limones a una tercera, y así sucesivamente. Cinco de los grupos no mostraron ninguna mejoría, pero la pareja que consumió naranjas y limones se recupero de manera rápida y completa. Sorprendentemente, Lind decidió ignorar la importancia del resultado y se aferró con terquedad a su creencia personal de que el escorbuto estaba provocado por alimentos mal digeridos que acumulaban toxinas en el organismo. 
Quedó en manos del gran Capitán Cook encauzar las cosas. Para la vuelta al mundo que realizó entre 1768 y 1771, cargó con diversos antiescorbúticos para experimentar con ellos, incluyendo 135 litros de mermelada de manzana y 45 kilos de chucrut para cada miembro de la tripulación. Ni una sola persona murió de escorbuto en el viaje, un milagro que lo convirtió en héroe nacional tanto como su descubrimiento de Australia o cualquier otro de sus logros de carácter épico. La Royal Society, la principal institución científica de Gran Bretaña, se quedó tan impresionada que lo galardonó con la medalla Copley, su más alta distinción. Pero por desgracia, la Armada Británica no actuó a la misma velocidad. A pesar de las muchas evidencias, se anduvo con evasivas durante una generación más antes de empezar finalmente a administrar zumo de limón de un modo rutinario a todos los marineros.  
La comprensión de que una dieta inadecuada era la causa no solo del escorbuto, sino de un amplio abanico de enfermedades comunes, llegó de manera muy lenta. No fue hasta 1897 cuando un médico holandés llamado Christiaan Eijkman, que trabajaba en Java, se dio cuenta de que la gente que comía arroz integral no enfermaba de beriberi, una enfermedad nerviosa debilitante, mientras que los que comían arroz blanco la contraían con frecuencia. Era evidente que alguna cosa estaba presente en determinados alimentos y ausente en otros, y que esa cosa era determinante para el bienestar. Fue el principio de la noción de "enfermedad deficitaria", nombre con el que se dio a conocer, y que le proporciono el Premio Nobel de Medicina aun sin tener ni idea de cuáles eran esos agentes activos. 
Pero el verdadero avance llegó en 1912, cuando Casimir Funk, un bioquímico polaco que trabajaba en el Lister Institute de Londres, aisló la tiamina, o vitamina B1, como se la conoce generalmente en la actualidad. Al darse cuenta de que formaba parte de una familia de moléculas, combinó los términos "vital" y "aminas" a fin de crear una nueva palabra: "vitaminas". Aunque Funk estaba en lo cierto en lo que a la parte vital se refiere resultó que solo algunas de las vitaminas son aminas (es decir, portadoras de nitrógeno), por lo que el nombre se cambió en inglés a vitamins, para hacerlo "menos enfáticamente impreciso", según una bella frase de Anthony Smith."
Bill Bryson, En casa: Una breve historia de la vida privada.

Desde entonces la cosa ha degenerado tanto que hoy en día parece que manetener una dieta equilibrada se ha convertido en una especie de trabajo a tiempo completo y no es raro toparse con gente que afirma que su vida sería considerablemente mejor y menos complicada si tan solo inventasen la pastilla alimentaria definitiva. Una pastilla que contenga en su interior todo el catalogo de nutrientes que dicen que necesitamos y que son cada vez más difíciles de recordar en orden y sin cansarse. Algo así como la papilla de Matrix pero sin el aspecto repugnante.



El muesli no es este bálsamo de Fierabrás con el que todos alguna vez hemos soñado pero es algo bastante parecido y hace que tomar un desayuno completo sea  algo sencillo.  Se trata simplemente de llenar un bol con avena cruda, frutos secos, semillas y fruta fresca y regarlo todo con leche. 

Pero la versión que a mi más me gusta y que podría comer noche y día sin cambiar la cara es esta que comparto hoy y que consiste en cocer un muesli especiado, junto a la fruta fresca y la leche en el horno. El resultado es algo similar a las gachas tipicamente escocesas, que son algo más laboriosas y espartanas. Su sabor es suave y el dulzor natural de la avena, la fruta y de la leche junto a la mordida crujiente de los frutos secos y  la canela que lo impregana todo con su fantástico aroma hacen de este uno de los platos saludables más deliciosos de la tierra.  Te aseguro que si lo pruebas se convertirá en uno de tus desayunos favoritos justo al lado de la tostada de mantequilla y mermelada y los cereales del señor kellogs.

Espero que lo probéis y os guste.




martes, 28 de octubre de 2014

Tarta falsa de chocolate con crema de coco sin azúcar y sin harina para mi hermana





Mi hermana pequeña y su móvil samsung con funda rosa son inseparables. En él tiene una aplicación que al parecer cuenta las calorías que come durante el día. Algo así como el infierno. Ha dejado de comer carbohidratos y todo tipo de cosas engordantes que hacen que mi vida tenga sentido como la mantequilla, el azúcar, las salsas y los pasteles de zanahoria. Mi hermana pequeña acaba de cumplir 21 años muy bien cumplidos. Aún no sabe lo guapa que es, aún no es consciente de lo que vale. 

Mi hermana pequeña es la encargada de hacerme saber que los pantalones negros y la camiseta negra que he elegido no están de moda,  que llevo unos botines muy poco stysish, que me he despertado con cara sapo y que tengo los pies grandes. Mi hermana pequeña es la persona que después se infiltra en mi armario out of fashion y me quita todos los básicos porque ella se ha gastado todo el presupuesto comprandose vestidos y collares multicolores más propios de una alfrombra roja que de un pueblo de 3000 habitantes. 

Nuestro deporte favorito es discutir, y lo hacemos en todos los registros de voz, en cualquier momento y por cualquier cosa desde la más insustancial hasta la más importante. He perdido la cuenta de las veces que le he retirado la palabra para siempre y aún no he decidido cual de las dos es más terca.


La quiero con el mismo amor con que la odio por no reponer el papel de baño -nunca- o por esperar que la basura mute en un ser con patas que se tire a si mismo. 

Mi hermana es más vaga que la chaqueta de un guardia y es capaz de pasarse el día entero durmiendo. Pero también es una de esas pocas personas honradas que hay en el mundo y que hacen que vivir en el merezca la pena. Es simple divertida y tan inocente que da miedo. Nacio un 25 de octubre en el baño de nuestra antigua casa, con una tremenda prisa por llegar y de estrenar su peculiar y encantador carácter, sus tacones, sus maleta-bolsos y sus lápices de ojos.

Antes le encantaban mis brownies pero ahora dice que no son light, o fit o aptos indistintamente y se niega a comerlos. He aprendido muchas cosas sobre cocina sana teniendo que cocinar para ella y una de las más destacables es este pastel de chocolate sin harina y sin azúcar que aunque no es la tarta sacher que a mi me hubiera gustado hacer, ni los brownies con los que ella solía soñar, ha resultado ser una tarta bastante interesante, con una textura densa y sabor intenso similares a los de un brownie. A mi hermana le ha encantado y la única pega que le hemos encontrado, y que corregiremos la siguiente vez, es que la cantidad de crema de coco que lleva, y que nos ha enamorado, debería ser el doble. Es una excelente opción para personas con dietas restringidas de todo tipo. Se podría incluso hacer una versión vegana, substituyendo los huevos por plátano o compota de manzana. Hasta las personas que no sigan dieta alguna quedarán gratamente sorprendidas con ella y es probable que nadie se de cuenta de que no lleva ni azúcar, ni harina si no lo mencionas. 

Para hacer esta tarta he adapatado la receta de "spoonfool of sugar free" Espero que la probéis, y os guste.





{RECETA DE TARTA FALSA DE CHOCOLATE CON CREMA DE COCO}

INGREDIENTES

  • 200 gr de almendra molida
  • 50 gr (1/4 cup) de cacao puro en polvo
  • 1/2 cucharadita (tsp) de bicarbonato sódico
  • Una pizca de sal
  • 1+1/2 tazas de dátiles tiernos
  • 1/2 taza de agua
  • 3 huevos (en mi caso 2 huevos y una banana pequeña machacada)*
  • 2 cucharadas (tbsp) de aceite de coco
  • 2 tsp de esencia de vainilla
  • Ralladura de una naranja (opcional)
  • 1/2 taza de nueces troceadas (opcional)
  • 1/2 taza de chocolate sin azúcar troceado (opcional)
Para la crema batida de coco
  • 1 lata de leche de coco o de crema de coco (muy fria)* 
  • 2 cucharadas de queso crema frio
  • Sirope de agave al gusto (o miel, sirope de arce, estevia...)
  • 1 cucharadita de esencia de vainilla


ELABORACIÓN

1. El día o la noche anterior. Mete la leche de coco en la nevera y pon en remojo los datiles. (Si se te olvida poner en romojo los dátiles simplemente remojalos en agua caliente un poco antes de hacer la tarta)

2. Precalienta el horno a 165ºC

3. Mezcla los ingredientes secos: almendra molida, sal, bicarbonato y el cacao.



4. Aplasta el platano en un mortero o con un tenedor hasta hacerlo puré.



5. En un procesador de alimentos tritura los dátiles con el agua hasta conseguir un crema pegajosa lo más homogénea posible.



6. Mezcla los ingredientes húmedos: bate los huevos y añade el aceite de coco, la vainilla, la ralladura de naranja, el platano machacado y remueve bien.




7. Añade el pure  la crema de datil. Mezcla todo bien hasta formar una masa homogenea.



8. Vierte la mezcla de ingredientes líquidos a las de los solidos y mezcla hasta queden bien integrados.  Después añade las nueces y el chocolate en trozos y remueve hasta distribuirlos bien.




9.  Vierte la masa en un molde aceitado


10. Hornea durante 25-30 minutos o hasta que al insertar un palillo en el centro del pastel, éste salga limpio. Deja que el pastel repose y se enfrie antes de desmoldar.

11. Prepara la crema batida de coco. Con una cucharada recoge solo la crema de coco que ha quedado en la superficie procurando no añadir nada de agua que estará más al fondo. Ve echando la crema a otro bol. (El agua sobrante se puede utilizar, p.j, para hacer batidos de fruta)





12. Añade el queso crema y bate a velocidad media baja hasta que comience a montar.


13. Añade el endulzante y la esencia de vainilla y continua mezclando hasta que adquiera la consistencia parecida a la de la nata montada (no quedará tan firme como la nata ni creara picos tan pronunciados).


14. Esparce la crema de coco sobre el pastel ya frío con una espátula o un cuchillo y conserva la tarta en la nevera hasta su consumo.






NOTAS

* Puedes substituir el huevo por 1/4 de taza de puré de plátano (aproximadamente medio plátano) o 1/3 de taza de compota de manzana  por cada huevo. Yo utilice tan sólo un platano porque no tenía más y la próxima vez no utilizare ninguno, creo que quedará mejor con compota de manzana porque tiene un sabor más suave y el plátano me resulta demasiado potente.

** La leche de coco light, con el porcentaje de grasa reducido, no servirá para hacer esta receta. Según tengo entendido también se vende crema de coco natural (sin azúcar) enlatada pero yo no la he encontrado. Si puedes conseguir crema de coco te facilitarás el trabajo pero deberás tener en cuenta que una lata equivaldría al doble del contenido en crema de coco que se obtiene de una lata de leche de coco.
Si como yo utilizas una lata de leche de coco deberás tener en cuenta que el resultado cambiará dependiendo de la marca que utilices. Yo he añadido el queso crema solo para crear un poco más de consistencia pero podría no ser necesario con otro tipo de leche  de coco.  Si ves que la crema no monta como deseas y no te preocupa añadir lácteos o calorías podrías añadir un poco de nata para mejorar la consistencia aunque siguiendo los pasos indicados no deberías tener ningún problema.




FUENTES

1. Give me some oven, Coconut Whipped Cream.
2. Spoonfull Of Sugar Free, Flourless Chocolate Cake {Made with Almonds}
3. Chef in You, Egg substitutions