miércoles, 31 de diciembre de 2014

Cupcakes de terciopelo rojo con frosting de queso crema y feliz año nuevo





Dijo Huxley que "62.400 repeticiones hacen una verdad" y el hotel Walforf Astoria de Nueva York lo sabe muy bien, ya que lleva desde la década de los cincuenta, y sin éxito aparente, desmintiendo una leyenda urbana que concierne a su tarta de terciopelo rojo (red velvet cake en inglés) también conocida como "tarta Waldorf Astoria" o "tarta de 300$". La leyenda dice así. Una huésped del hotel quedo tan gratamente sorprendida con su porción de tarta que pidió al camarero si por favor podría conseguir la receta. El camarero raudo y veloz corrió a explicárselo al chef y unos días después la señora recibió una carta con el recibo del hotel y la carísima receta escrita por el chef de su puño y letra. 300$ le costo la tontería. La señora horrorizada decidió amortizar la inversión  y aireo la receta a los cuatro vientos de manera que no quedará persona en el mundo que no tuviera acceso a ella. Bastantes décadas después, en 2006, el Waldorf Astoria se decidió a publicar sus propias recetas en un libro, The Waldorf-Astoria Cookbook, que contiene 119 recetas de su restaurante y además la receta de la tarta de la discordia, el "red velvet cake" que sigue presente en su menú hasta día de hoy. El libro se puede adquirir por el módico precio 35$, a aquella señora debió disgustarle soberanamente la noticia. 

Nadie sabe a ciencia cierta quien tuvo la brillante idea de teñir la tarta de rojo intenso con colorante artificial  pero lo que sí se sabe es que no fue el hotel Waldorf y que sucedió alrededor del año 1959. La tarta de terciopelo -sin el adjetivo rojo- sin embargo, data de antes, del periodo posterior a la guerra de secessión. Aquel pastel, aunque jugoso y suave era de color marrón, no rojo, y por tanto, tampoco es cierto que sea rojo porque originalmente se hacia con remolacha (aunque se podría conseguir un rojo burdeos bastante respetable con ella, he aquí un ejemplo de mano de Pamela Moxley.).  Mucho más sutil es el rojo que se obtiene solamente de la reacción de los ingredientes clásicos de la tarta: cacao en polvo natural (no alkalinizado), vinagre, bicarbonato y un líquido ácido (como el buttermilk). A pesar de ello muchos afirman que es este el origen del nombre "terciopelo rojo" del pastel, no el rojo intenso de hoy en día, sino el apenas apreciable color marrón rojizo de una tarta de chocolate.


Con los colorantes disponibles hoy en día es fácil teñir la tarta de un color rojo espectacular al que nadie, excepto los quimiófobos, pueden resistirse. Y es que una tarta de chocolate roja, esponjosa y aterciopelada cubierta con un cremoso frosting blanco que resalta aún más su enigmático color es sin duda un pecado que muy pocos podrán resistirse a cometer. 

Me arrepiento de no haberla hecho antes, pero jamás pensé que me gustaría tanto una cosa tan bonita de ver y admitó que me decepciono un poco que no tuviera trampa ni cartón y que su aspecto sea tan apetecible como su sabor.  Éstas navidades han sido para mi la excusa perfecta para prácticar e hincharme a hacer este pastel. Hasta el día de hoy he hecho dos tartas con sus frosting y sus dos pisos y algo más de 2 docenas de cupcakes. Creo que ya he tenido suficiente para un tiempo aunque no estoy segura de que los que los han probado piensen igual porque han conquistado a todo el mundo, incluso a mi padre que le tiene cierta animadversión a la tarta de chocolate. Y es que aunque se dice que es de chocolate, el sabor del mismo es más sutil y anédotico que contundente.

Es una tarta perfecta para cualquier ocasión, un cumpleaños, San Valentin, Navidad e incluso una boda. Y mira que es difícil pero currándotelo un poco podrías hacerla incluso fea (opinión pesonal) dándole forma de armadillo como la tarta de boda de Julia Roberts en Magnolias de acero.



Yo, de momento, prefiero mantener las cosas simples y no complicarme la vida haciendo armadillos, ni ardillas, por eso he optado por compartir la versión en el formato más práctico que hay, el individual, el cupcake. (Si prefieres hacer una tarta solo tendrás que duplicar las cantidades y hornearla p.j. en un molde de 26 cm o en dos de 18 cm si los tuvieras. El tiempo de horneado será algo superior al indicado para los cupcakes y variará dependiendo del grosor de la tarta y del tipo de horno- Sabrás que está lista con el sofisticado método de insertar un palillo en el centro del pastel y comprobado que salga limpio.)

Espero que os gusten tanto como a nosotros. 

Feliz Año Nuevo.



martes, 23 de diciembre de 2014

Coronation chicken, el pollo de la reina





Pollo de la coronación (coronation chicken, en inglés) parece un nombre poco apropiado para un plato de pollo al curry con mayonesa que se come frío y preferiblemente entre pan y pan, al menos para el paladar moderno. Pero en su momento debió de ser el colmo de la sofisticación y del bueno gusto, al igual que ahora lo son la trufa, el caviar y el bogavante con espuma del mar muerto, porque fue creado con motivo de la coronación de Isabel II de Inglaterra hace ya 61 años.


Constance Spry y Rosemary Hume (culpables de la fama del pollo) sabían muy bien que hasta la aristocracia se harta de pasarse el día comiendo langostas, faisanes y pastelitos cuando propusieron servir su versión de pollo al curry para el banquete de la reina. Y no se equivocaron. En el libro que escribió Spry poco después, la chef comenta que servir a trescientos invitados de variados y desconocidos gustos un plato de curry al uso podría ser algo arriesgado pero que su pollo no lo era. Al contrario, duda que ninguno de ellos fuera  capaz de distinguir el tenue sabor a curry de su pollo.
“One would not venture to serve, to a large number of guests of varying and unknown tastes, a curry dish in the generally accepted sense of this term. I doubt whether many of the 300-odd guests at the coronation luncheon detected this ingredient [curry powder] in a chicken dish which was distinguished mainly by a delicate and nutlike flavour in the sauce.” - Constance Spry. The Constance Spry Cookery Book. 1956.
Los que seguramente si que no lo notaron fueron los lectores de periódicos de la época a los que se les concedió el hornor de estar al tanto de lo que comería la reina cuando días antes de la ceremonia se publicó la receta del pollo. Digo que no lo notarían porque aparte de no estar invitados al festejo, en aquella época Inglaterra aún sufría las secuelas de la segunda guerra mundial y las gentes humildes seguían yendo a comprar con el libro de racionamiento en la mano. Cierto es que un año después la situación mejoraría pero resulta dudoso que la mayoría de ellos tuviese acceso o liquidez para comprar suficiene pollo, lacteos, o vino. Hasta es posible que tras catorce años de racionamiento algunos de ellos pensaran que el curry eran en realidad los padres. 

Ha llovido un rato desde entonces a la reina no le queda ya jubileo que celebrar, pues los ha celebrado todos; el de plata, el de oro y el de diamante y el pollo sigue tan vigente o más que entonces. Incluso lo volvieron a servir en el banquete con motivo de su jubileo de oro o de diamante, qué importa.


El pueblo descubrió que el coronation chicken aparte de estar realmente bueno era la manera más fácil, práctica y rápida de hacer un pollo al curry. Válido tanto para una fiesta en el palacio de Windsor, una comida con amigos en tu cutrepiso de estudiante o dentro del sandwich del trabajo. Cualquier momento parece bueno para hacer un coronation chicken al menos la versión moderna del plato que consiste básicamente en pollo hervido con salsa fría y sin pirotecnia alguna. La versión original era algo más compleja, y contaba entre sus ingredientes con una reducción de vino y cebolla, con pasta de tomate, nata, puré de melocotón y un pollo entero hervido cuidadosamente con especias y algo de vino. (Podeis leer la receta original en inglés aquí)

La versión que comparto hoy es el coronation chicken moderno, más ligero, más potente y más sencillo. A mi familia le ha encantado y estoy segura de que si os animáis a probarlo se convertirá en un invitado habitual dentro de vuestros bocadillos también. Espero que os guste.




jueves, 18 de diciembre de 2014

Salmón marinado a la griega con salsa tzatziki, anillos dentro de peces y felices fiestas





Hace mucho tiempo, un historiador (el primero) y geógrafo griego llamado Herodoto (484 y el 425 a. C) relató la historia de un hombre llamado Polícrates al que le sucedió un hecho de lo más extraordinario a cuenta de un pez y de un anillo:

"XL. Entretanto, Amasis no miraba con indiferencia la gran prosperidad de Polícrates su amigo, antes se informaba con gran curiosidad del estado de sus negocios; y cuando vio que iba subiendo de punto la fortuna de su amigo, escribió en un papel esta carta y se la envió en estos términos: —«Amasis a Polícrates. —Por más que suelan ser de gran consuelo para el hombre las felices nuevas que oye de los asuntos de un huésped y amigo suyo, con todo, no me satisface lo mucho que os lisonjea y halaga la fortuna, por cuanto sé bien que los dioses tienen su poco de celos o de envidia. En verdad prefiriera yo para mí, no menos que para las personas que de veras estimo, salir a veces con mis intentos, y a veces que me saliesen frustrados, pasando así la vida en una alternativa de ventura y desventura, que verlo todo llegar prósperamente. Dígote esto, porque te aseguro que de nadie hasta ahora oí decir que después de haber sido siempre y en todo feliz, a la postre no viniera al suelo estrepitosamente con toda su dicha primera. Sí, amigo, créeme ahora, y toma de mí el remedio que voy a darte contra los engañosos halagos de la fortuna. Ponte sólo a pensar cuál es la cosa que más estima te merece, y por cuya pérdida más te dolieras en tu corazón: una vez hallada, apártala lejos de ti, de modo que nunca jamás vuelva a parecer entre los hombres. Aun más te diré: que si practicada una vez esta diligencia no dejara de perseguirte con viento siempre en popa la buena suerte, no dejes de valerte a menudo de este remedio que aquí te receto.» 
XLI. Leyó Polícrates la carta, y se hizo cargo de la prudencia del aviso que le daba Amasis; y poniéndose luego a discurrir consigo mismo cuál de sus alhajas sintiera más perder, halló que sería sin duda un sello que solía siempre llevar, engastado en oro y grabado en una esmeralda, pieza trabajada por Teodoro el samio, hijo de Telecles. Al punto mismo, resuelto ya a desprenderse de su sello querido, escoge un medio para perderlo adrede, y mandando equipar uno de sus penteconteros, se embarca en él, dando orden de engolfarse en alta mar, y lejos ya de la isla, quitase el sello de su mano a vista de toda la tripulación, y arrojándolo al agua, manda dar la vuelta hacia el puerto, volviendo a casa triste y melancólico sin su querido anillo. 
XLII. Pero al quinto o sexto día de su pérdida voluntaria le sucedió una rara aventura. Habiendo cogido uno de los pescadores de Samos un pescado tan grande y exquisito que le parecía digno de presentarse a Polícrates, va con él a las puertas de palacio, diciendo querer entrar a ver y hablar a Polícrates su señor. Salido el recado de que entrase, entra alegre el pescador, y al presentar su regalo: —«Señor, le dice, quiso la buena suerte que cogiera ese pescado que ahí veis, y mirándolo desde luego por un plato digno de vuestra mesa, aunque vivo de este oficio y trabajo de mis manos, no quise sacar a la plaza este pez tan regalado; tened, pues, a bien recibir de mí este regalo.» Contento Polícrates con la bella y simple oferta del buen pescador, le respondió así «Has hecho muy bien, amigo; dos placeres me haces en uno, hablándome como me hablas, y regalándome como me regalas con ese pescado tan raro y precioso: quiero que seas hoy mi convidado.» Piénsese cuán ufano se volvería el pescador con la merced y honra que se le hacía. Entretanto, los criados de Polícrates al aderezar y partir el pescado, hallan en su vientre el mismo sello de su amo poco antes perdido. No bien lo ven y reconocen, cuando muy alegres por el hallazgo, van con él y lo presentan a Polícrates, diciéndole dónde y cómo lo habían hallado. A Polícrates pareció aquella aventura más divina que casual, y después de haber notado circunstanciadamente en una carta cuanto había practicado en el asunto y cuanto casualmente le había acontecido, la envió a Egipto. 
XLIII. Leyó Amasis la carta que acababa de llegarle de parte de Polícrates, y por su contenido conoció luego y vio estar totalmente negado a un hombre librar a otro del hado fatal que amenaza su cabeza, acabándose entonces de persuadir que Polícrates, en todo tan afortunado que ni aun lo que abandonaba perdía, vendría por fin al suelo consigo y con toda su dicha. Por efecto de la carta hizo Amasis entender a Polícrates, por medio de un embajador enviado a Samos, que anulando los tratados renunciaba a la amistad y hospedaje público que con él tenía ajustado; en lo cual no era otra su mira sino la de conjurar de antemano la pesadumbre que sin duda sintiera mucho mayor en su corazón si viniera a descargar contra Polícrates el último y fatal golpe que la fortuna le tenía guardado, siendo todavía su huésped y público amigo." 
Herodoto, Los nueve libros de la Historia, Libro III. Talía
Por alguna razón me encanta esta historia. Me gusta sobretodo la parte en que Amasis describe el hecho de encontrarte tu propio anillo, perdido voluntariamente en las profundidades del mar, dentro de un pescado que te han regalado como un "fatal golpe de la fortuna". Ese es el tipo de golpes fatales de la fortuna que a mi me gustaría tener. Funestos golpes de la fortuna como que me encuentre un billete de lotería en la acera tirado y que salga ganador poco tiempo después. Ya es navidad, la época de los cuentos, de la fantasía y del optimismo. La época en la que creemos en pescados mágicos que albergan anillos, en reyes que reparten sus fortunas, en renos voladores, en duendes saltarines y en números de papel que nos harán millonarios. Nada nos gustaría más que ser nosotros los demasiado afortunados. Que nos toque todo, la lotería, el amor, la salud, el trabajo, la familia. Todo. Tenemos el pescado pero queremos el anillo.


Dentro del salmón que cocinamos la semana pasada no había alhaja ni misterio alguno, pero seguiremos mirando y de momento nos contentamos con comerlo que ya es bastante. A cuenta del salmón, la vez anterior comente que andaba buscando buenos amigos para él y que no conseguía mejorar su versión más sencilla, a la plancha aderezado tan sólo con sal y pimienta. Hoy me complace anunciar que ya la he encontrado. El secreto era el marinado, la impregnación del pescado con un aroma a limón, mostaza, eneldo, orégano y ajo irresistible. Desde que mi padre llamara mi atención sobre esta receta no he dejado de hacerla y cada vez me sabe mejor. He conservado el nombre de la receta en la que me base "salmón a la griega" pero la he añadido algunos ingredientes más que no tienen mucho que ver con el país de los helenos. Si algún griego me lee por favor que no se ofenda. 

Si tienes pensado hacer salmón en navidades, mañana o el año que viene te sugiero que pruebes esta receta, mi favorita, seguro que me lo agradeces.

Por cierto, feliz navidad.




jueves, 11 de diciembre de 2014

Guardianes de un sabor: El pastel de arroz de Unai





Desconozco el momento preciso en que una pasa de haber hecho unas galletas de lacasitos a convertirse en la tía de las galletas de lacasitos, pero pasa. Pasa que hay personas que además de tener nombre y apellidos tienen la responsabilidad de ser guardianes de una receta. Así, yo no concibo una navidad en la que Iraide no haga sus pimientos rellenos, o una en la que mi tía no nos sirva su compota de manzana. El mundo sería un lugar extraño si Begoña dejara de alimentarnos con sus alubias rojas, si mi amama no friera sus enormes croquetas de huevo cocido y si a mi madre se le derrumbara su majestuoso bizcocho de yogur. Mis cuasicuñadas  no permitirían, ni siquiera en pleno agosto, dar fin a una celebración de cumpleaños sin servir su chocolate caliente y el pastel de arroz perdería parte de su riqueza si Unai no se empeñara en rescatarlo cada vez que la ocasión se lo permite. Todos ellos son guardianes de sabores y aunque esta vez hablaré tan solo del último me he propuesto rescatar tantas de estas recetas como me sea posible en mi blog en una nueva sección a la que he puesto el nombre de "guardianes de un sabor". 

Y bien. ¿Quién es Unai? Unai, con la que está cayendo, es asesor inmobiliario. No es un gran cocinero y además admite abiertamente no tener el don de la repostería. Su relación con el dulce prácticamente se limita al pastel arroz pero lo hace con tanto entusiasmo y maestría que resulta imposible no contagiarse un poco de su fiebre por el pastel. 

Su receta es directa, sin chorradas. Lo de separar yemas y claras no va con el, mucho menos batir las claras a punto de nieve como hace mi madre, ni siquiera se digna a calentar la leche. Lo que si hace, y meticulosamente además, es cocerlo a fuego bajo, lentamente, obteniendo así una superficie caramelizada y tersa que es la característica principal de su pastel. Su receta es infalible, esta testada hasta la saciedad y además es de esas que la gente suele iinsistir en que comparta en mi blog, las recetas de siempre sin ingredientes extraños, sin complicaciones. Solo faltaría hacerlo en el microondas para que fuera más sencillo, pero también sería un disparate.


Unai y Aitizber, su pareja, fueron tan amables de invitarme a su casa para preparar el pastel y mientras éste estaba en el horno además de servirme un exquisito desayuno en forma de crep me comentó que su amama insiste siempre en que sea el quien prepare el pastel pues ya lo prefiere al de su tía. Cosa que dice mucho a favor del mismo. 

Espero que os guste y os animéis a hacerlo. Quien sabe quizá alguno de vosotros se convierte en un nuevo embajador del pastel. Un guardián más.




viernes, 5 de diciembre de 2014

Muffins de calabaza integrales con glaseado de sirope dorado y limón





De vez en cuando la vida nos da calabazas y lo normal es que sea un bajón pero a mi este año unos amigos que me quieren bien me han dado tres calabazas de las otras, preciosas, que me han hecho disfrutar como una niña. 

Dos eran vascas, nacidas en mi pueblo, alargadas, pesadas verdes por fuera y naranja fosforescente por dentro. Riquísimas en puré y asadas. La tercera era una de una variedad difícil de encontrar en los comercios locales, la calabaza en la que uno piensa cuando piensa en la calabaza, la de halloween, la de Zipi y Zape, la del 1,2,3... Esa calabaza, esta calabaza:


Me dio hasta pena cortarla de lo bonita que era. La mire todos los días durante varias semanas admirada con su redondez y color naranja casi imposibles y no me atreví a sacrificarla hasta estar completamente segura de lo que iba a hacer con ella. Pensé que le debía eso y creo que he honrado bien su memoria resucitándola en pequeños pasteles, que todos sabemos que son las unidad de medida estándar en el cielo.

Es bonito que te regalen calabazas, pero es algo muy distinto que te las den. Que te las den significa normalemente que vas de culo. Mal, mal, muy mal. Se las daban a Zipi y Zape cuando suspendían. En el programa un dos, tres, la aparición de Ruperta la calabaza sonriente significaba que te ibas a casa.



En este momento, en algún lugar del mundo, un enamorado estará camelando a una Julieta con aquello de "Pero, ¡silencio!, ¿qué resplandor se abre paso a través de aquella ventana? ¡Es el Oriente y Julieta, el sol! ¡Surge esplendente sol y mata a la envidiosa luna, lánguida y pálida de sentimiento porque tú, su doncella, eres mas hermosa que ella!" Julieta entonces habrá cerrado la ventana a cal y canto, se habrá encerrado en su casa y habrá llamado a la policía. A un Romeo más le acaban de dar calabazas. En Cataluña esto lo hacían de manera mucho más civilizada y explicita: 
"Antiguamente, en algunas zonas rurales de Cataluña, cuando el pretendiente no era del lugar, se le invitaba a comer a casa de la chica: si le ofrecían fuego para el cigarro significaba que la familia aceptaba el noviazgo; si se le servía un plato de calabaza, quería decir que el mozo no era bien recibido y se tenía que marchar." Ya está el listo que todo lo sabe
Visto el panorama a nadie debería extrañar que en la Antigua Grecia, la calabaza fuera considerada como “antiafrodisíaca” y que en la Edad Media se recomendara mascar pepitas de calabaza para alejar los pensamientos lascivos e impuros. 

¡Qué he hecho yo para merecer esto! dirá la calabaza. ¡Qué he hecho para que me humillen pintándome caretos en halloween por un fantasma inventado! ¡para que me calumnien de esta manera tan descarada!. Y nadie lo sabe, pero la historia sigue porque de un tiempo a esta parte se vienen celebrando concursos de calabazas gigantes que terminan en las que probablemente sean las regatas más estrambóticas del siglo moderno. 

Topsfield en Topsfield, Massachusetts, el 3 de octubre de 2009. (Juan Tlumacki)

2010 en Ludwigsburg, Alemania, durante el festival anual de la calabaza en el castillo de Ludwigsburg. (Ralph Orlowski)


Estados Unidos, Canada y Alemania ya se han apuntado a las regatas de calabazas gigantes, donde los participantes avanzan, como pueden montados en calabazas previamente vaciadas. En Euskadi ya tenemos las estropadas pero la idea de montar en una calabaza es tan bruta que me cuesta creer que no tenga potencial como una nueva modalidad de herri kirolak en la ría de Bilbao. Tiempo al tiempo.

La mismisima Martha Stewart y hasta Dumbledore se han apuntado ya a las famosas regatas. La primera, tengo entendido, que naufragó por la lluvia pero Dumbledore siempre fue un señor muy sofisticado e inteligente...

Lishness Tom conduce su bote hecho de una calabaza gigante durante la Regata Pumpkinboat en Damariscotta, Maine, EEUU, el 9 de octubre de 2011. Joel Page 

Que si fue, que si vino, que si calabaza, que si pepino. Creo que ya es hora de dar paso a la receta de hoy, unos fantásticos muffins que se hacen en un abrir y cerrar de ojos y a los que la calabaza aporta muchísima jugosidad. He adapatado la receta de muffins de calabaza del prodigioso cocinero de youtube Donald Skehan y he dado en el clavo, porque he conseguido exactamente lo que buscaba.

Si os gusta el pastel de zanahoria debéis probar estos muffins. Si os gustan los muffins jugosos que se mantienen así varios días, debéis probar estos muffins. Si os gustan los muffins debéis probar estos muffins. Si os gusta la vida, debéis probar estos muffins. 

Espero que os gusten.


domingo, 30 de noviembre de 2014

Espaguetis a la putanesca el plato italiano más obsceno





Típica del centro de Italia la putanesca es una salsa de sabor mediterráneo y contundente que debería ser galardonada con el premio a la ingeniería de cocina con conservas ya que prácticamente todos sus ingredientes provienen o pueden provenir de una lata: tomate, alcaparras, aceitunas, anchoa, guindilla, ajo y perejil.  


Su nombre tiene mucho que ver con la palabra más grande del cartel de este señor, de hecho si fuera italiano el hombre hubiese dicho que los políticos sono unos figli di puttana, locución nominal de carácter malsonante de la que los italianos abusan tanto como los españoles. Y si puttana quiere decir puta, o prostituta para los más refinados, en italiano, puttanesca, obviamente, viene a querer decir algo así como "al estilo prostituta". La razón de semejante nombre no esta clara aunque la teoría más difundida afirma que fue durante la edad media y entre las prostitutas y marineros que se reunían por las calles de Nápoles donde comenzó su historia. 


Algunos cuentan que la salsa se creo debido a que las costumbres nocturnas de las pobres mujeres eran incompatibles con los madrugones del mercado y que para cuando llegaban, si lo hacían, debían contentarse con aquellos productos que el resto no había querido, productos en salazón etc. 

Otros afirman que fue a causa de los marineros. Tras sus largas jornadas de pesca éstos solían refugiarse en los burdeles de la ciudad donde adquirieron la costumbre de pagar a las mujeres con el fruto de su labor, la anchoa, o el jamón del mar como lo llaman algunos. También hay quien rumorea que así como las sirenas de Ulises cantaban para atraer a los navegantes las prostitutas napolitanas, cocinaban nutritivos platos de pasta con salsa putanesca para tentar a sus clientes antes y durante la espera. 

Se dice además que la salsa putanesca se llama así porque es una salsa rápida, fácil y picante y que las prostitutas solían hacerla por no disponer de mucho tiempo más para cocinar e incluso que era el plato que las mujeres casadas hacían cuando tenían prisa por reunirse con el amante. 

Versiones hay para todos los gustos, la más desconcertante que he leído y que me niego a creer, porque no creo que semejante cochinada tuviera éxito ni siquiera en la edad media, es que las prostitutas utilizaban un ingrediente de lo más escatológico para hacer la salsa: la menstruación.

Sea como fuere la húmilde, rápida y salvaje puttanesca sigue siendo una de las salsas italianas más queridas de hoy en día y si no la has probado te animo a que lo hagas ya mismo incluso si no te gustea la anchoa porque esta salsa, esta comprobado, gusta hasta los anchofobos más radicales.

Espero que os guste.





miércoles, 26 de noviembre de 2014

Puré de calabaza al curry rojo con leche de coco al estilo tailandés {picante}




Cuando Xabi y Ana escuchan la palabra puré al preguntar por la cena se les agria la cara y se arrastran hacia la cocina como si les hubiesen atado los pies con unos grilletes muy pesados. A mis amigos de 12 y 9 años respectivamente el puré les produce sarpullido y no me creen cuando les digo que a mi me encanta. Lo que harían ellos con las calabazas que les trae su tío del huerto sería algo parecido a lo que hacen esos dos niños con las suyas. Ponerlas en fila y en exposición hasta el fin de los días.


Mi infancia fue otra. Para mi el puré representaba la paz. El único alimento a base de verdura que no terminaba en llanto y que comía sin rechistar. E incluso ahora que estoy dejando de ser aquella niña escrupulosa que fui conservo ese pacto secreto de amistad con el puré. Me gusta en casi todas sus variantes y formas y lo hago tantas veces como puedo.

Lo bueno de los purés es que además de ser saludables y estar deliciosos son extraordinariamente sencillos de hacer. De hecho un principiante en la cocina con aletas de foca en lugar de manos podría acabar haciendo un brebaje bastante respetable y terminar aficionándose a la cocina. Yo comencé mi andadura con el de calabacín de mi madre, el mejor del mundo, y a partir de ahí la cosa ha ido a más y más hasta llegar a este de calabaza tan exótico que comparto hoy. 

Lo  cierto es que rara vez sigo alguna receta cuando hago puré, suelo confiar en mi experiencia en la materia. Creo que así los hace todo el mundo y que por eso cada casa hace el puré de calabaza a su manera. Algunos lo hacen con caldo, otros con agua. Algunos lo hacen con nata, otros con leche, otros con queso. Hay quien lo anima con especias y quien se lleva las manos a la cabeza al escuchar mencionar las especias. En mi casa, desde que lo hago yo, el lema es el todo vale y por eso el puré nunca es el mismo, está, como todo en la vida, en constante periodo de prueba, en perpetuo ensayo y error. 

La razón por la que comparto este y no otro puré de los que suelo hacer es que creo que no es una receta demasiado intuitiva para gente no familiarizada con la cocina tailandesa o con la cocina exótica y que realmente es un mezcla que merece la pena probar porque funciona tan bien como un reloj suizo. Quizá aquí, a las orillas del mar cantábrico, no sea normal mezclar la calabaza con curry y con leche de coco pero normal no es el adjetivo al que debería uno aspirar. Dijo Marilyn Monroe que ella "sólo quería ser maravillosa" y yo estoy de acuerdo ¿no es acaso lo que todo el mundo quiere? ¿incluso un simple puré de calabaza?. 


Espero que reunáis la valentía, y deis una oportunidad a este puré sencillamente maravilloso de inspiración tailandesa. No os dejará indiferentes y animo especialmente a probarlo a aquellos enemigos férreos de las especias que comienzan a estornudar al mencionar el curry. Pensad en la salsa de tomate y lo mucho que mejoro cuando a alguien se le ocurrió que quizá con albahaca y orégano estaría más bueno. ¿Alguien se atreve hoy a negar que aquello fue algo menos que una idea maravillosa?

Sin más preámbulos os dejo la receta, espero que os guste.



miércoles, 19 de noviembre de 2014

Muffins de arándano con semillas de amapola y glaseado de limón para De Niro





“Hay tres maneras de hacer las cosas: la correcta, la incorrecta y la mía.” 

Sam "Ace" Rothstein (Robert de Niro), Casino.


En la película Casino Robert De Niro, que interpreta a un director de casino metido en la mafia, se toma muy a pecho que su muffin de arándano apenas contenga uno mientras que el de su acompañante rebose de ellos y sea prácticamente azul. "Siempre igual, si no me ocupo personalmente nada funciona" dice, como solo un obseso del control indignado podría decir, e inmediatamente después se presenta ante el chef para trasmitirle su categórico desacuerdo con la manera en que esta gestionando el caso de los arándanos:

-A partir de ahora pondrá la misma cantidad de arándanos en cada pastel. La misma cantidad de arándanos en cada pastel.

La cara del chef no tiene precio:

-¿Sabe el tiempo que me llevará? -responde con un hilo de voz apenas audible.

-Me tiene sin cuidado quiero la misma cantidad de arándanos en cada pastel.

(Esta es la escena de la que hablo en versión original y puedes ver la versión en castellano aquí.)



Todos nos hemos sentido estafados alguna vez con ciertos comestibles que claman ser de algo que brilla por su ausencia pero todos también deberíamos entender la cara de circunstancias del chef ante tamaña petición, porque hacer que dos muffins contengan la misma cantidad de arándanos es un problema tan complicado como la cuadratura del círculo. Existe sin embargo una solución rudimentaria y más o menos exacta para conseguir una distribución suficientemente homogénea. Consiste en maximizar la cantidad de arándanos hasta donde sea posible. De esta manera será estadísticamente muy improbable que ninguno de los pequeños pastelitos quede huérfano.

Además del problema de nido vacío al hacer los muffins existe otro igual de importante, el denominado efecto suelo. Sucede cuando las frutas que deberían estar dispersas por todo lo ancho y alto del muffin se acumulan todas al fondo. Hablo con conocimiento de causa y puedo asegurar que la solución a este problema es sumamente sencilla. Lo más importante para que esto no suceda es asegurarnos de que la masa del muffin sea muy densa ya antes de meterla en el horno. La densidad de la masa provocará que los arándanos se mantengan en su lugar y no se derrumben. Otro truco que suele funcionar, solo si la masa es suficientemente densa, es enharinar los arándanos antes de añadir los líquidos. Yo suelo optar por combinar ambos métodos y minimizar así la probabilidad de error.


Si sigues estos consejos conseguirás hacer una hornada de muffins que haría que De Niro se sintiera orgulloso. 

He probado bastantes recetas de muffins de arándano, los favoritos de mi madre y también los mios. Hice una que clamaba ser la mejor pero que debió de salirme mal o algo porque a mi no me lo pareció. Los he hecho con mantequilla y con aceite. Con leche y con yogur. Con arándanos frescos y con congelados. Con y sin azúcar. Y mi receta favorita hasta el momento es la que comparto hoy aquí. Tan buenos estaban que no han durado en casa ni dos días. Creo que el factor definitivo ha resultado el glaseado que nunca antes lo había hecho y que a partir de ahora jamás dejaré de hacer. Es parecido al glaseado de los donuts pero con un sabor a limón exquisito que combinado con el sabor suave y agominolado (me lo acabo de inventar lo sé) de los arándanos forma un matrimonio de los que duran toda la vida.

Espero que los probéis y os gusten tanto como a mi, que ya es decir. 



martes, 11 de noviembre de 2014

Quinoa a lo Kandinski con verduras asadas y granada








Esta de moda la quinoa, como la barba, los iphones y los leggins (mallas de toda la vida). El pseudocereal es más cool entre los hipsters que la máquina de escribir, el mostacho y la polaroid juntas y se han inventado más recetas con ella en estos últimos años que canciones sobre amor (me he pasado, pero se entiende). A pesar de ello a mi me gusta. A pesar de que este a precio de oro y de que comience a ser cansino escuchar a gente predicar sobre sus bondades infinitas. 


La verdad es que razones no le faltan al pseudocereal para estar en la cresta de la ola. Como ya comenté en la entrada sobre las hamburguesas de quinoa, nutricionalemente hablando, es una de las mejores cosas que puedes llevarte a la boca.  La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) le dedicó el año pasado entero y llegó a afirmar que: “La Quínoa posee el balance de proteínas y nutrientes más cercano al ideal de alimento para el ser humano”. La quinoa provee la mayor parte de sus calorías en forma de hidratos complejos, aporta 16 gramos de proteínas por cada 100 gramos y 6 gramos de grasa en su mayoría insaturadas. Ácidos omega 6, omega 3, potasio, magnesio, calcio, fósforo, hierro y zinc, vitaminas del complejo B en cantidades apreciables y vitamina E con función antioxidante. (Vitonica) Lo tiene todo.


Pero uno no come solamente para no morirse, también lo hace para disfrutar y no querer morirse. Y por eso es importante añadir alegría, color y sabor al cocinarla porque al igual que el arroz y la pasta la quinoa es algo insípida en solitario. Y en mi opinión no hay mejor manera animar este pseudocereal que añadiendo verduras de temporada asadas o salteadas. Tantas como para que el resultado final parezca un plato hecho por el mismísimo Kandinski de todo el revoltijo de colores que contiene. 

A esta categoría pertenece la receta que comparto hoy. Es la manera en que más me gusta y aunque normalmente suelo hacerla con verduras salteadas, merece la pena tomarse la molestia de encender el horno y asar las verduras porque el sabor que se consigue de esta manera es insuperable. Especialmente si hablamos de calabaza y de pimientos, que sudan y se secan hasta comprimirse en su propia esencia.

Esta vez he intentado mantener la cosa sencilla y saludable pero si no es que eres vegetariano o tu condición te lo impide, no descartes añadir algo más de color con carnes como el pollo, pavo en tiras, bacón o chorizo, sí chorizo. Estoy convencida de que no hay alma humana capaz de no rendirse a la quinoa tras probar este plato, al sentir que los granos -no demasiado cocidos- crujen y explotan entre los dientes junto al sabor tostado de las verduras y el frescor y acidez de las granadas y del perejil. Ains, Morfeo debe haberla probado.

Y si te dijera que la comida sana puede saber increíblemente bien.


Espero que vosotros también lo probéis, no me cabe la menor duda de que os gustará.



jueves, 6 de noviembre de 2014

Muesli o gachas gourmet al horno de manzana y canela





En la misma época en que el señor Will Keith Kellogg fundaba su emporio gracias a las crujientes hojuelas de maiz tostado (Corn Flakes), al otro lado del charco un médico suizo llamado Maximilian Bircher-Benner descubrió otro indispensable en los desayunos, el "Müesli" también conocido como ‘Bircher-Müesli’. 

Se cuenta que para crear este clásico desayuno el doctor se inspiró en la dieta de un pastor sexagenario que conoció en una de sus caminatas por las montañas helvéticas. Bircher quedo asombrado con la vitalidad del anciano y al interrogarlo por el secreto de su salud éste contesto que se la debía a una receta inmemorial de una papilla de trigo molido heredada de su padre. El pastor tenía por costumbre tomar la papilla a la mañana y a la noche y la acompañada de leche, miel y una manzana .

En 1897 Bircher fundó una clínica privada en Zurich, para pacientes que sufrían enfermedades digestivas, en la que revoluciono las practicas alimentarias de la cultura de la época. El galeno criticó los tratamientos que únicamente se limitaban a tratar los síntomas de una enfermedad, sin tener en cuenta otros factores importantes como los procesos psíquicos, los ambientales y la dieta. En su clínica los pacientes además de seguir un horario monástico, practicar la jardinería y de ejercitarse caminando comían alimentos a los cuales el llamaba "alimentos vivos". El ejemplo más significativo de todos ellos esta resumido en su muesli, una mezcla de leche, harina de avena y bayas frescas (fresas, arándanos) ingeridas todas ellas en crudo y sin refinar, que adquirió tal celebridad que no tardó en propagarse al exterior.


Al lector de hoy en día las practicas del doctor pueden parecerle un poco banales, acostumbrado a escuchar  y leer constantemente cuestiones sobre las vitaminas, los omega 3, los l.casei inmunitas, el colesterol... el hecho de que un médico le diga a uno lo que tiene que comer no parece nada extraordinario. En lo que a dietas se refiere estamos curados de espanto pero no debemos olvidar que en la época en que el doctor reivindicó el muesli la palabra vitaminas ni siquiera formaba parte del diccionario:

"Hasta bien entrado el siglo XIX, nadie se había planteado el  concepto de dieta equilibrada. Se creía que cualquier comida contenía una única, vaga y sustentante sustancia: "El alimento universal". Medio kilo de ternera tenía el mismo valor para el organismo que medio kilo de manzanas o de chirivías o de cualquier otra cosa, y todo lo que se requería del ser humano era que se asegurara de consumir la cantidad suficiente. Nadie se había planteado aún la idea de que determinados alimentos llevaban integrados elementos vitales y básicos para el bienestar del ser humano. Y no es de extrañar, ya que los síntomas de la deficiencia alimenticia -apatía, dolor de las articulaciones, propensión a sufrir infecciones, visión borrosa- rara vez sugieren un desequilibrio alimentario. Incluso hoy, cuando se nos empieza a caer el pelo o se nos hinchan los tobillos de manera alarmante, pocas veces pensamos en lo que hemos estado comiendo últimamente. Y mucho menos pensamos en lo que no hemos comido. Y eso es lo que les sucedía a los desconcertados europeos que, durante mucho tiempo, murieron a menudo en cantidades alarmantes y sin saber por qué. 
Se ha sugerido que, solo de escorbuto, murieron entre 1500 y 1850 hasta dos millones de marineros. Normalmente, en una travesía larga, acababa con la vida de la mitad de la tripulación. Se probaron diversos y desesperados recursos. Vasco de Gama, en una expedición de ida y vuelta a la India, animó a sus hombres a aclararse la boca con orina, una solución que no hizo nada para mejorar su escorbuto y mucho menos para levantar sus ánimos. A veces, el número de víctimas mortales era realmente sorprendente. En un viaje de tres años durante la década de 1740, George Anson perdió a mil cuatrocientos hombres de los dos mil que partieron. Cuatro murieron víctimas del enemigo; el resto murió en su práctica totalidad como consecuencia del escorbuto. 
Con el tiempo la gente se dio cuenta de que los marineros con escorbuto solían recuperarse al llegar a puerto y comer alimentos frescos, pero nadie se ponía de acuerdo sobre qué cosa de esos alimentos era lo que los ayudaba. Había quien pensaba que no tenía nada que ver con la comida, sino con el cambio de aires. En cualquier caso, era imposible conservar alimentos frescos durante las travesías prolongadas, por lo que identificar las verduras y productos eficaces tampoco tenía sentido. Lo que se necesitaba era algún tipo de esencia destilada -un antiescorbútico, como lo denominaron los médicos- que fuera efectiva contra el escorbuto y además transportable. En la década de 1760, un médico escocés llamado William Stark, animado por Benjamin Franklin, llevó a cabo una serie de intrépidos experimentos con los que intentó identificar el agente activo privándose de él mediante métodos bastante estrambóticos. Pasó semanas comiendo tan solo de los alimentos básicos -pan y agua principalmente- para ver que ocurría. Y lo que ocurrió fue que en cuestión de seis meses acabó matándose, de escorbuto, sin haber llegado a ninguna conclusión útil. Más o menos hacia esa misma época, James Lind un cirujano naval, llevó a cabo un experimento más riguroso y científico (y menos arriesgado a nivel personal) con doce marineros que padecían ya el escorbuto  y a los que dividió por parejas. A cada pareja le administró un presunto elixir diferente: vinagre a una, ajo y mostaza a la otra, naranjas y limones a una tercera, y así sucesivamente. Cinco de los grupos no mostraron ninguna mejoría, pero la pareja que consumió naranjas y limones se recupero de manera rápida y completa. Sorprendentemente, Lind decidió ignorar la importancia del resultado y se aferró con terquedad a su creencia personal de que el escorbuto estaba provocado por alimentos mal digeridos que acumulaban toxinas en el organismo. 
Quedó en manos del gran Capitán Cook encauzar las cosas. Para la vuelta al mundo que realizó entre 1768 y 1771, cargó con diversos antiescorbúticos para experimentar con ellos, incluyendo 135 litros de mermelada de manzana y 45 kilos de chucrut para cada miembro de la tripulación. Ni una sola persona murió de escorbuto en el viaje, un milagro que lo convirtió en héroe nacional tanto como su descubrimiento de Australia o cualquier otro de sus logros de carácter épico. La Royal Society, la principal institución científica de Gran Bretaña, se quedó tan impresionada que lo galardonó con la medalla Copley, su más alta distinción. Pero por desgracia, la Armada Británica no actuó a la misma velocidad. A pesar de las muchas evidencias, se anduvo con evasivas durante una generación más antes de empezar finalmente a administrar zumo de limón de un modo rutinario a todos los marineros.  
La comprensión de que una dieta inadecuada era la causa no solo del escorbuto, sino de un amplio abanico de enfermedades comunes, llegó de manera muy lenta. No fue hasta 1897 cuando un médico holandés llamado Christiaan Eijkman, que trabajaba en Java, se dio cuenta de que la gente que comía arroz integral no enfermaba de beriberi, una enfermedad nerviosa debilitante, mientras que los que comían arroz blanco la contraían con frecuencia. Era evidente que alguna cosa estaba presente en determinados alimentos y ausente en otros, y que esa cosa era determinante para el bienestar. Fue el principio de la noción de "enfermedad deficitaria", nombre con el que se dio a conocer, y que le proporciono el Premio Nobel de Medicina aun sin tener ni idea de cuáles eran esos agentes activos. 
Pero el verdadero avance llegó en 1912, cuando Casimir Funk, un bioquímico polaco que trabajaba en el Lister Institute de Londres, aisló la tiamina, o vitamina B1, como se la conoce generalmente en la actualidad. Al darse cuenta de que formaba parte de una familia de moléculas, combinó los términos "vital" y "aminas" a fin de crear una nueva palabra: "vitaminas". Aunque Funk estaba en lo cierto en lo que a la parte vital se refiere resultó que solo algunas de las vitaminas son aminas (es decir, portadoras de nitrógeno), por lo que el nombre se cambió en inglés a vitamins, para hacerlo "menos enfáticamente impreciso", según una bella frase de Anthony Smith."
Bill Bryson, En casa: Una breve historia de la vida privada.

Desde entonces la cosa ha degenerado tanto que hoy en día parece que manetener una dieta equilibrada se ha convertido en una especie de trabajo a tiempo completo y no es raro toparse con gente que afirma que su vida sería considerablemente mejor y menos complicada si tan solo inventasen la pastilla alimentaria definitiva. Una pastilla que contenga en su interior todo el catalogo de nutrientes que dicen que necesitamos y que son cada vez más difíciles de recordar en orden y sin cansarse. Algo así como la papilla de Matrix pero sin el aspecto repugnante.



El muesli no es este bálsamo de Fierabrás con el que todos alguna vez hemos soñado pero es algo bastante parecido y hace que tomar un desayuno completo sea  algo sencillo.  Se trata simplemente de llenar un bol con avena cruda, frutos secos, semillas y fruta fresca y regarlo todo con leche. 

Pero la versión que a mi más me gusta y que podría comer noche y día sin cambiar la cara es esta que comparto hoy y que consiste en cocer un muesli especiado, junto a la fruta fresca y la leche en el horno. El resultado es algo similar a las gachas tipicamente escocesas, que son algo más laboriosas y espartanas. Su sabor es suave y el dulzor natural de la avena, la fruta y de la leche junto a la mordida crujiente de los frutos secos y  la canela que lo impregana todo con su fantástico aroma hacen de este uno de los platos saludables más deliciosos de la tierra.  Te aseguro que si lo pruebas se convertirá en uno de tus desayunos favoritos justo al lado de la tostada de mantequilla y mermelada y los cereales del señor kellogs.

Espero que lo probéis y os guste.




sábado, 1 de noviembre de 2014

Coq au vin o pollo al vino tinto. Sus leyendas, sus conquistas y sus misterios.





El "coq au vin", gallo al vino es uno de los grandes platos clásicos de la cocina francesa. Aunque su origen es más bien incierto muchas regiones francesas, fábulas y leyendas se disputan la creación de este sobresaliente estofado.

La leyenda más difundida sobre su origen nos remonta a la conflictiva época de Julio César (100 a. C.- 44 a. C.) y de Asterix y Obelix. Estamos en plena guerra de las Galias. Las tropas del emperador tienen sitiada una tribu y su jefe acaba de mandar un obsequio a Julio. Es un aviso, una muestra de valor, una gallería. Frente a César cacarea un gallo más chulo que un ocho. Pero el emperador esta tranquilo, impasible, y como muestra de gratitud invita al jefe a cenar con el durante la tregua. Para la ocasión ordena cocinar el símbolo francés en una salsa de vino color sangre. El resto es historia. Veni vidi vinci. César conquisto la Galia, todo jugador de trivial lo sabe.


Dijo Bertrand Russell que “Napoleón envidiaba a César, César envidiaba a Alejandro y Alejandro, me atrevería a decir, envidiaba a Hércules, que nunca existió.” Y para que el polémico hombrecillo no se sintiera menos no falto quien quisiera otorgarle al emperador de los franceses el mérito de este plato. Su leyenda relata que Napoleón se encontraba viajando por Francia cuando paro a tomar sustento en una posada. Los posaderos no daban crédido y estaban francamente preocupados por no tener nada que servir que estuviera a la altura de la ocasión Solo contaban con un gallo viejo y algo de vino malo. Por pura desesperación, decidieron bañar el gallo en el vino con cebollas, verduras y hierbas y para regocijo de todos el plato resulto ser un manjar. Hasta el punto de convertirse en uno de los platos insignia de la cocina francesa.

Curiosamente, fue el mismo hombre, Napoleón Bonaparte, quien remplazó el gallo que hasta entonces era símbolo de la nación francesa por otro pájaro mucho más manido en cuestión de banderas: el  águila. En su opinión un animal de corral, por muy gallo que sea, no tenía suficiente fuerza como para representar su majestuoso imperio con propiedad.


Leyendas a parte, lo cierto es que la receta más antigua encontrada hasta la fecha tiene al menos 400 años de antigüedad (unos 150 más que Napoleón y una barbaridad de años menos que César). En aquellos tiempos era común que las familias de entornos rurales tuvieran algunos pollos y un gallo en sus casas. El gallo solía conservarse  hasta ser demasiado viejo para cumplir con su función, momento en que se sacrificaba y cocinaba. No era el mejor plato del año, solo lo comían los pobres que no tenían otra cosa, porque la carne del animal, era dura y fibrosa y era necesario cocinarlo durante un periodo prolongado para hacer que fuera comestible. Fue así debido al ingenio fruto de la necesidad y de la escasez como muy posiblemente surgió el gallo guisado al vino tinto. Que como tantas otras comidas de pobre, como la pizza y las cocochas, adquiriría fama mucho más tarde. 

Alsacia, Auvernia, Borgoña y Champagne también se disputan la paternidad de este plato y cada una de ellas propone un vino típico de la región para hacerlo. Así la receta alsaciana se hace con un traminer o riesling, vinos blancos alsacianos.


Con vino blanco lo hacía también Louise la mujer del inspector Maigret, que era alsaciana de origen y fruto de la pluma de George Simenon. La señora Maigret era toda una cocinillas y su marido el detective mejor alimentado de la historia de las novelas policíacas. La importancia que adquiría la comida de Louise en las tramas de las novelas fue tal que hasta cuenta con su propio libro de recetas,  "Las recetas de madame Maigret " (Le cahier de recettes de madame Maigret. Robert J. Courtine). Un libro ya descatalogado, con prólogo del propio Simenón, en el que se recopilan aquellas recetas de las que el escritor de un modo u otro da cuenta en sus novelas. Una de las que no podían faltar en este libro es su famoso pollo al vino:
“–Siempre me he preguntado cómo lo prepara…
Se trataba del pollo al vino servido en la cena, y Madame Pardon prosiguió:
–Tiene un discreto regusto, apenas perceptible, que le da todo su encanto y que no consigo identificar.
–Sin embargo, es bien sencillo… Supongo que usted le añade, en el último momento, una copita de coñac…
–De coñac o de armañac, lo que tengo más a mano…
–Pues yo, aunque tal vez no sea muy ortodoxo, le agrego aguardiente de ciruelas, alsaciano. he aquí todo el secreto…”
M. Ángeles Torres de Secocina.com propietaria de un ejemplar del libro de recetas en cuestión ha tenido la amabilidad de compartir la receta de la señora Maigret con sus puntos y comas. Yo ya la he guardado para la siguiente vez y tu puedes hacerlo pinchando aquí.

Esta vez sin embargo he seguido la receta que describe Julia Child en su enciclopedico libro "el arte de la cocina francesa" que es sospechosamente parecida, por no decir clavada, a la del boeuf bourguignon que ya hice en otra ocasión. A esta receta le he hecho unos pequeños cambios -perdoname Julia- combinándola con otra igual de fantástica que vi hacer en  youtube a David de Jorge, alias, Robin Food, que de cocinar también sabe un rato largo. 

El resultado ha sido exquisito. Estamos hablando de estofar un bicho en vino a fuego lento con hierbas y verduras, no podría ser menos que exquisito (a pesar de que no he utilizado una gallina de corral, que sería lo suyo, y de que he usadoo un vino regular tirando a malo siguiendo la tradición de los humildes). Julia y todo hijo de vecino sabe que lo mejor al elegir el vino sería usar uno lo suficientemente bueno como para querer tomar una copa mientras se hace el pollo. No fue mi caso y aún así salió estupendo. Así que no temas, no tienes nada que perder, saca el puchero y enciende los fuegos porque este pollo es perfecto para el domingo.




martes, 28 de octubre de 2014

Tarta falsa de chocolate con crema de coco sin azúcar y sin harina para mi hermana





Mi hermana pequeña y su móvil samsung con funda rosa son inseparables. En él tiene una aplicación que al parecer cuenta las calorías que come durante el día. Algo así como el infierno. Ha dejado de comer carbohidratos y todo tipo de cosas engordantes que hacen que mi vida tenga sentido como la mantequilla, el azúcar, las salsas y los pasteles de zanahoria. Mi hermana pequeña acaba de cumplir 21 años muy bien cumplidos. Aún no sabe lo guapa que es, aún no es consciente de lo que vale. 

Mi hermana pequeña es la encargada de hacerme saber que los pantalones negros y la camiseta negra que he elegido no están de moda,  que llevo unos botines muy poco stysish, que me he despertado con cara sapo y que tengo los pies grandes. Mi hermana pequeña es la persona que después se infiltra en mi armario out of fashion y me quita todos los básicos porque ella se ha gastado todo el presupuesto comprandose vestidos y collares multicolores más propios de una alfrombra roja que de un pueblo de 3000 habitantes. 

Nuestro deporte favorito es discutir, y lo hacemos en todos los registros de voz, en cualquier momento y por cualquier cosa desde la más insustancial hasta la más importante. He perdido la cuenta de las veces que le he retirado la palabra para siempre y aún no he decidido cual de las dos es más terca.


La quiero con el mismo amor con que la odio por no reponer el papel de baño -nunca- o por esperar que la basura mute en un ser con patas que se tire a si mismo. 

Mi hermana es más vaga que la chaqueta de un guardia y es capaz de pasarse el día entero durmiendo. Pero también es una de esas pocas personas honradas que hay en el mundo y que hacen que vivir en el merezca la pena. Es simple divertida y tan inocente que da miedo. Nacio un 25 de octubre en el baño de nuestra antigua casa, con una tremenda prisa por llegar y de estrenar su peculiar y encantador carácter, sus tacones, sus maleta-bolsos y sus lápices de ojos.

Antes le encantaban mis brownies pero ahora dice que no son light, o fit o aptos indistintamente y se niega a comerlos. He aprendido muchas cosas sobre cocina sana teniendo que cocinar para ella y una de las más destacables es este pastel de chocolate sin harina y sin azúcar que aunque no es la tarta sacher que a mi me hubiera gustado hacer, ni los brownies con los que ella solía soñar, ha resultado ser una tarta bastante interesante, con una textura densa y sabor intenso similares a los de un brownie. A mi hermana le ha encantado y la única pega que le hemos encontrado, y que corregiremos la siguiente vez, es que la cantidad de crema de coco que lleva, y que nos ha enamorado, debería ser el doble. Es una excelente opción para personas con dietas restringidas de todo tipo. Se podría incluso hacer una versión vegana, substituyendo los huevos por plátano o compota de manzana. Hasta las personas que no sigan dieta alguna quedarán gratamente sorprendidas con ella y es probable que nadie se de cuenta de que no lleva ni azúcar, ni harina si no lo mencionas. 

Para hacer esta tarta he adapatado la receta de "spoonfool of sugar free" Espero que la probéis, y os guste.





{RECETA DE TARTA FALSA DE CHOCOLATE CON CREMA DE COCO}

INGREDIENTES

  • 200 gr de almendra molida
  • 50 gr (1/4 cup) de cacao puro en polvo
  • 1/2 cucharadita (tsp) de bicarbonato sódico
  • Una pizca de sal
  • 1+1/2 tazas de dátiles tiernos
  • 1/2 taza de agua
  • 3 huevos (en mi caso 2 huevos y una banana pequeña machacada)*
  • 2 cucharadas (tbsp) de aceite de coco
  • 2 tsp de esencia de vainilla
  • Ralladura de una naranja (opcional)
  • 1/2 taza de nueces troceadas (opcional)
  • 1/2 taza de chocolate sin azúcar troceado (opcional)
Para la crema batida de coco
  • 1 lata de leche de coco o de crema de coco (muy fria)* 
  • 2 cucharadas de queso crema frio
  • Sirope de agave al gusto (o miel, sirope de arce, estevia...)
  • 1 cucharadita de esencia de vainilla


ELABORACIÓN

1. El día o la noche anterior. Mete la leche de coco en la nevera y pon en remojo los datiles. (Si se te olvida poner en romojo los dátiles simplemente remojalos en agua caliente un poco antes de hacer la tarta)

2. Precalienta el horno a 165ºC

3. Mezcla los ingredientes secos: almendra molida, sal, bicarbonato y el cacao.



4. Aplasta el platano en un mortero o con un tenedor hasta hacerlo puré.



5. En un procesador de alimentos tritura los dátiles con el agua hasta conseguir un crema pegajosa lo más homogénea posible.



6. Mezcla los ingredientes húmedos: bate los huevos y añade el aceite de coco, la vainilla, la ralladura de naranja, el platano machacado y remueve bien.




7. Añade el pure  la crema de datil. Mezcla todo bien hasta formar una masa homogenea.



8. Vierte la mezcla de ingredientes líquidos a las de los solidos y mezcla hasta queden bien integrados.  Después añade las nueces y el chocolate en trozos y remueve hasta distribuirlos bien.




9.  Vierte la masa en un molde aceitado


10. Hornea durante 25-30 minutos o hasta que al insertar un palillo en el centro del pastel, éste salga limpio. Deja que el pastel repose y se enfrie antes de desmoldar.

11. Prepara la crema batida de coco. Con una cucharada recoge solo la crema de coco que ha quedado en la superficie procurando no añadir nada de agua que estará más al fondo. Ve echando la crema a otro bol. (El agua sobrante se puede utilizar, p.j, para hacer batidos de fruta)





12. Añade el queso crema y bate a velocidad media baja hasta que comience a montar.


13. Añade el endulzante y la esencia de vainilla y continua mezclando hasta que adquiera la consistencia parecida a la de la nata montada (no quedará tan firme como la nata ni creara picos tan pronunciados).


14. Esparce la crema de coco sobre el pastel ya frío con una espátula o un cuchillo y conserva la tarta en la nevera hasta su consumo.






NOTAS

* Puedes substituir el huevo por 1/4 de taza de puré de plátano (aproximadamente medio plátano) o 1/3 de taza de compota de manzana  por cada huevo. Yo utilice tan sólo un platano porque no tenía más y la próxima vez no utilizare ninguno, creo que quedará mejor con compota de manzana porque tiene un sabor más suave y el plátano me resulta demasiado potente.

** La leche de coco light, con el porcentaje de grasa reducido, no servirá para hacer esta receta. Según tengo entendido también se vende crema de coco natural (sin azúcar) enlatada pero yo no la he encontrado. Si puedes conseguir crema de coco te facilitarás el trabajo pero deberás tener en cuenta que una lata equivaldría al doble del contenido en crema de coco que se obtiene de una lata de leche de coco.
Si como yo utilizas una lata de leche de coco deberás tener en cuenta que el resultado cambiará dependiendo de la marca que utilices. Yo he añadido el queso crema solo para crear un poco más de consistencia pero podría no ser necesario con otro tipo de leche  de coco.  Si ves que la crema no monta como deseas y no te preocupa añadir lácteos o calorías podrías añadir un poco de nata para mejorar la consistencia aunque siguiendo los pasos indicados no deberías tener ningún problema.




FUENTES

1. Give me some oven, Coconut Whipped Cream.
2. Spoonfull Of Sugar Free, Flourless Chocolate Cake {Made with Almonds}
3. Chef in You, Egg substitutions